Fernando Cuza: “El contrato de Pedro Martínez cambió la visión en la MLB”
El agente levantó un imperio con la representación de peloteros latinos

Fernando Cuza nació en Cuba, hizo fortuna en los Estados Unidos donde llegó de niño, pero gran parte de la materia prima para ello la adquirió en la República Dominicana, Venezuela y Panamá, una conexión que comenzó hace casi cinco décadas cuando aseguraba “no había dinero” y se movía en “motoconcho”.
Conocido como el “Scott Boras Latino”, fue el responsables de negociar los grandes contratos de Pedro Martínez, Vladimir Guerrero, David Ortiz, Alfonso Soriano, Miguel Tejada y una larga lista a través de su empresa, Independent Sports & Entertainment (ISE).
Cuza ha representado a cinco inmortales (entre ellos Martínez, Ortiz, Guerrero y el panameño Mariano Rivera) y cuenta las horas para que llegue el turno del venezolano Miguel Cabrera (2029) y Justin Verlander (todavía activo).
“El contrato de Pedro Martínez (75 millones por seis años en 1997) no fue difícil de firmar, el mérito es del lanzador. Pero cambió la imagen que tenían los equipos con los lanzadores. Hasta entonces el mayor era el de Greg Maddux por 35 millones. Se dio la tormenta perfecta y luego de eso llegaron los de Kevin Brown y no ha parado”, dijo Cuza a Diario Libre.
¿Juan Soto?
A Cuza no le sorprendió que el jardinero dominicano firmara por 765 millones, como tampoco que Vladimir Guerrero Jr., consiguiera 500 millones, pero explica que para ello se alinearon los planetas.
“En el caso de Soto, tenías a dos equipos de un mercado grande como Nueva York interesado en un talento generacional, con una edad joven. Habían otros equipos dispuesto a pagar lo que muchos dudaban. Ese batalla elevó el precio, no siempre se cruzan tanto interés”, indicó Cuza.
Cuando comenzó a representar a peloteros dominicanos le impresionó la ética de trabajo, la necesidad que tenían de contar con alguien que los entienda en su idioma y los represente a la altura como los estadounidenses ante los dueños.
Casi medio siglo después de comenzar su relación comercial con los peloteros latinos, Cuza ve un patrón que no ha cambiado con relación al estadounidense. Además del amor por el juego, el estímulo económico para jugar.
“El pelotero latino juega con amor, pero también por la necesidad de echar a su familia hacia adelante. Me asocié con unos socios en Chicago y pudimos hacer muchas cosas interesantes que nos ayudó a crecer”, dice.