El futuro lo jugamos hoy
El crecimiento futbolístico no es casualidad, es trabajo de todos los días

En uno los grupos de WhatsApp, donde en estos tiempos pasamos parte de nuestra existencia, preguntaron sobre el partido. Uno de los gurús aclaró que se trataba de los muchachos de la selección sub-17, quienes estaban en México jugando un torneo de la categoría. Por otro lado, en otro chat, el tío de uno de los jugadores animaba al resto a poner atención a lo que ocurría: mientras el reloj avanzaba, le estábamos sacando un empate a los locales. La sorpresa, para algunos, terminó concretándose cuando después del sufrimiento de los penales nos llevamos el encuentro.
Digo para algunos porque quienes están integrándose a las categorías juveniles de la selección nacional son esas generaciones de muchachas y muchachos que han crecido en el país teniendo al fútbol como deporte principal. Toda esa recua de niños que hace un tiempo usted veía en la calle con las camisetas de Messi y Cristiano, nos representan hoy con un orgullo y, como sucedió la semana pasada, alguna alegría nos comienzan a dar.
Acompañar todos estos procesos creo que nos hace mucho bien. Meter al fútbol desde sus cimientos en nuestras conversaciones ayuda a familiarizarnos y a estar al día con su realidad en el país. Dentro de poco tiempo, es muy probable que alguno de estos niños se convierta en futbolista profesional, y el orgullo que habremos de sentir será algo cuya formación data de momentos como este.
Dos selecciones de nuestro Caribe, junto a Panamá, estarán el viernes en el sorteo de la fase de grupos del mundial. Haití y Curazao irrumpieron en las eliminatorias dejando fuera a algunos favoritos, sobre todo de Centroamérica, obteniendo una clasificación que en lo particular me genera una inmensa alegría.
Todo lo que nos estamos jugando, dentro y fuera de la cancha, podríamos hacerlo mirándonos en esos espejos; no para copiar, sino para tenernos fe y alimentar la convicción de que cuando existe un proyecto firme que aproveche el talento disponible, dentro y fuera del país, los resultados tarde o temprano pueden llegar.
Dejar de ser un país futbolísticamente irrelevante pasa de alguna manera por asumir que el crecimiento no es casualidad, es un trabajo de todos los días, la suma de muchos esfuerzos atravesando un camino largo cuya meta a veces la vemos cerca, y otras tantas inalcanzable.

Francisco Lapouble