Cinco whiskys, varias aguas y una botella y media de vino. Ese es el detalle de los extras por los que pagó Carlos Gardel en 1933 cuando ocupó la habitación 32 del Gran Hotel Concordia, en Salto, donde la leyenda popular cuenta que sigue vagando su espíritu.
Utilizamos cookies propias y de terceros para obtener datos estadísticos de la navegación de nuestros usuarios y mejorar nuestros servicios. Esto nos permite personalizar el contenido que ofrecemos y mostrar publicidad relacionada a sus intereses. Si continúa navegando, consideramos que acepta su uso.