Cuando el Estado Mexicano se metía en la cama de sus ciudadanos
Cambios en las políticas sexuales mexicanas y su influencia internacional
Cuando un Estado establece programas, leyes y normas para disminuir, incitar la natalidad o promover un modelo único de familia o inclusive incitar relaciones placenteras, el Estado administra el deseo de sus ciudadanos y gobierna sus cuerpos. Es lo que demuestra Víctor Hugo Ramírez García que ha investigado las políticas sexuales en México entre 1974 y 2016, cuando se puso el control demográfico al servicio de una ambición económica y de una visión de lo que es el progreso, transformando profundamente la sociedad mexicana.
No se trata de una ambición totalitaria ni de un modelo único. Pero el proyecto de control demográfico, que puso en marcha el Estado mexicano a partir de los años 70, llama poderosamente la atención por su alcance, su magnitud y sus consecuencias. Es lo que destaca el politólogo Víctor Hugo Ramírez García en su libro 'La administración del deseo y el gobierno de los cuerpos. Genealogía de políticas sexuales en México (1974-2016)', publicado este año por la Universidad nacional autónoma de México, la UNAM.
Una investigación que comienza como un hallazgo arqueológico: "Empecé en los archivos de los años 60 o 70 de una institución que se llama Conapo [Consejo Nacional de Población] y que casi nadie conoce. Descubrí un texto que se llamaba 'Guía de Comunicación Sexual para la Población Rural en México', y en este libro encontré tres condiciones que el Estado mexicano recomendaba a la población para tener en cuenta en sus relaciones sexuales. Me pareció muy interesante en la historia de México" porque no es usual que un Estado recomiende cómo debemos tener las relaciones sexuales.
De "gobernar es poblar" a "controlar es prosperar"
Este texto es solo uno más de una impresionante producción de documentos muy explícitos que ven la luz a partir de los años 70 cuando se opera un cambio de 180° en las políticas demográficas del país. Pasamos de "gobernar es poblar" a "controlar es prosperar".
En 1974 se establece "un consenso internacional a partir de instituciones como la ONU, por ejemplo. Tanto el primer mundo como lo que se consideraba el tercer mundo, declaran que hay un problema demográfico mundial y es imperativo controlar el crecimiento poblacional", explica.
Entonces, México, que era uno de los actores de esas conferencias internacionales, deja de lado la política natalista que venía desde los años 20 siguiendo un precepto que se arraigó mundialmente en esa época: la prosperidad económica y la prosperidad individual van de la mano del control de la natalidad.
"Pero para tener esta política de control de nacimientos hacía falta políticas de educación sexual. Intento explicar cómo están relacionadas unas con otras y cómo este fue el principio de una cruzada biopolítica que iba a manejar las tendencias demográficas a partir de las conductas sexuales".
La promesa de "felicidad" del Estado mexicano
A partir de ese momento, todo el aparato estatal se pone en marcha. De hecho, "la frase de las campañas era 'Vámonos haciendo menos para vivir mejor'. La idea era tener menos hijos para tener mejores condiciones de vida, vamos a lograr casi la felicidad. Una idea que venía cuajando desde las instituciones internacionales desde los años 60 de los años 70. Fue una promesa estatal. Se le decía a los mexicanos que si controlaban sus deseos sexuales, sus deseos de familia iban a tener mayor consumo."
Es difícil contrarrestar este argumento de un pragmatismo imparable, sobre todo, en sociedades sin sistemas sociales para sustentar la crianza. Y cómo criticar el control natal cuando es un hecho comprobado que las mujeres con acceso a la contracepción alcanzan mejores niveles de vida. Sí, solo que el objetivo del Estado mexicano no era otorgar libertad sexual sino promover una cierta natalidad, en el marco del matrimonio, en una cierta capa de la sociedad.
Las guías, los folletos "se dirigían específicamente a los campesinos, las campesinas, los obreros, las obreras y en específico a las mujeres. Era el control del cuerpo de las mujeres el que importaba para las políticas, obviamente, porque las mujeres eran las que tenían los hijos las que parían. Pero era un control a partir del cuerpo médico y a partir de la educación del cuerpo magisterial. De una conducta sexual de las mujeres, del cuerpo y de la biología, de la sexualidad, de las mujeres."
Las mujeres ricas y de clase media no estaban dentro de las políticas. Eran las mujeres pobres, las mujeres campesinas, las mujeres que vivían en las zonas rurales de México.
"Entonces, es increíble ver en los archivos como había campañas perfectamente organizadas para llegar a los rincones más alejados de México, a los pueblos, a las comunidades rurales y hacer campañas con títeres, en las plazas. Es decir, había toda una orquestación, una política de Estado que pocas veces hemos visto donde participaba el Ejército, el Marina, la Secretaría de Agricultura, la Secretaría de Economía".
Políticas paradójicas
Víctor Hugo Ramírez apunta todas las paradojas que estructuran estas políticas. Al mismo tiempo que se le dice a las parejas que hay que tener menos niños, se les dice también que tienen total libertad de escoger la composición de su familia. Otra cosa curiosa, se insiste en el gozo de los mexicanos y en el sentimiento amoroso.
"Es muy raro leer los folletos de los años 70, 80 que dicen que hay que tener placer. Era un cambio de actitud de las instituciones gubernamentales que antes no hablaban de placer, no hablaban de sexualidad. Hay toda una serie de paradojas. Por ejemplo, se le decía a la población que había que reducir la natalidad para ahorra recursos, Pero al mismo tiempo se incitaba la reproducción de la familia nuclear que multiplicar unidades domésticas en todo el mundo y eso evidentemente multiplica el consumo y multiplica el uso de recursos", nos cuenta el investigador.
Otra paradoja es la crítica de los patrones culturales "que era, evidentemente un catolicismo, un conservadurismo. Tú vas a tener los hijos que Dios te mande. El Estado empieza a decir que hay que criticar estos patrones históricos que los refuerza el Estado laico, pero al mismo tiempo refuerzan un modelo de familia nuclear heterosexual, monogámica, capitalista".
Pero, a pesar de un intervencionismo sexual totalmente asumido y por muy pocos hijos que tuvieran los mexicanos, la "felicidad" no llegó. Las profundas crisis económicas arrasaron con la promesa del Estado mexicano que, a partir del 2016 comienza a integrar en los textos de ley los cambios profundos de la sociedad. Hablamos del avance del matrimonio igualitario, de la interrupción legal del embarazo y el reconocimiento de la identidad de género.
"El año 2016 va a ser un parteaguas en la historia no solo de México, sino a nivel internacional. El presidente en turno propone diferentes iniciativas de ley, entre ellas extender el matrimonio igualitario en todo el país y esto genera reacciones conservadoras y la conformación de un Frente Nacional por la familia. Y el 2016 marca la victoria de Donald Trump, una gran victoria para la ola conservadora" que da alas a campañas contra la educación sexual, contra los derechos sexuales, contra el aborto, que Trump restringió a través del nombramiento de jueces en la Suprema Corte de Estados Unidos.
En esta última década, el Estado mexicano no ha renunciado del todo a inmiscuirse en la sexualidad de los ciudadanos ya que no hay nada más público que lo íntimo. Pero nunca con la enjundia de los años 70.
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