Rebobinar, gobernar
Desgaste político y desafíos de gestión en el segundo período del gobierno
El Gobierno -sirva la jerga beisbolera- pasa por un slump que ha puesto en entredicho su capacidad de planificación y gestión. Errores recientes, como el mal concebido proyecto de reforma tributaria, la alcaldía de La Vega, nombramientos irregulares y la exigencia a los funcionarios sobre el pago de servicios públicos, entre otros, evidencian una aparente falta de previsión.
Estas decisiones, que pudieron haberse evitado o manejado de manera estratégica, transmiten la impresión de improvisación, algo preocupante en una administración que se adentra en su segundo período y debería contar con mayor experiencia acumulada.
La imagen del gobierno se ha resentido y también su credibilidad para abordar los grandes temas que verdaderamente importan. En un contexto de incertidumbres y dificultades sociales crecientes, es imperativo que las autoridades dejen de lado las torpezas y reorienten sus esfuerzos hacia prioridades fundamentales: el sistema educativo, fortalecer las finanzas públicas, mejorar el acceso y la calidad de los servicios de salud y garantizar un gasto público eficiente y transparente.
Rebobinar no significa retroceder, sino reconfigurar estrategias y establecer un norte claro y coherente. Tiempo es de que el Gobierno recupere la iniciativa, tanto para demostrar que tiene el control como para responder a las expectativas de una sociedad que exige soluciones reales a sus problemas.
La experiencia con los traspiés debe doblar como lección para prevenir futuros tropiezos y disipar esa sensación de amateurismo. Gobernar en este segundo período implica administrar, pero también liderar con visión y compromiso. Faltan más resultados concretos, y los yerros y consecuentes rectificaciones son siempre costosos, mucho más políticamente.
Al Poder Ejecutivo le conviene resetear, reencauzar el propósito hacia el cumplimiento de las demandas más urgentes. Con eficiencia y madurez.