Soñar es gratis, transformar no
¿Puede República Dominicana sostener un crecimiento inclusivo?
El Estado dominicano se ha propuesto una meta ambiciosa: duplicar el tamaño de su producto interno bruto en poco más de una década. Meta RD 2036, como ha sido bautizada, convoca a la acción con visión estratégica, planificación rigurosa y una renovada alianza entre sectores. Sin embargo, más allá del entusiasmo discursivo, conviene anclarse en la realidad.
Los objetivos anunciados —fortalecer la clase media, reducir la pobreza multidimensional, elevar la inversión pública y mejorar la calidad del gasto— son innegablemente loables. Pero parten de un presente comprometido: un sistema educativo crónicamente rezagado, una presión fiscal insuficiente, una estructura presupuestaria dominada por el gasto corriente y más de la mitad de la población recibiendo, directa o indirectamente, transferencias estatales.
A ello se suma una dependencia persistente del endeudamiento para financiar déficits estructurales, sin señales claras de una reforma fiscal integral que permita dotar al Estado de recursos sostenibles. La retórica del crecimiento con inclusión se vacía de contenido si no se afrontan con decisión estos escollos fundamentales.
Duplicar el PIB no es un gesto de voluntad, sino un desafío que exige transformar el modelo productivo, diversificar la base económica, consolidar el capital humano y mejorar sustancialmente la capacidad institucional del Estado. Sin avances reales en esas áreas, el horizonte trazado corre el riesgo de diluirse en el papel.
La convocatoria a "construir juntos" es pertinente. Pero el primer gesto de madurez nacional es reconocer el punto de partida. Solo así será posible ordenar las finanzas públicas, alcanzar el grado de inversión, reorientar el gasto y revolucionar la educación. Entonces —y solo entonces— podremos hablar con legitimidad de crecimiento sostenido y desarrollo compartido.