La opción preferencial por los pobres
Ser católico también es defender al migrante
La opción preferencial por los pobres es piedra angular del magisterio social de la Iglesia Católica. Lejos del eslogan, deviene mandato evangélico: estar del lado de los últimos; de los descartados; de quienes cargan con el peso invisible de las desigualdades.
En ese sentido, los inmigrantes-especialmente los haitianos en la República Dominicana-encarnan una pobreza radical, material, jurídica y simbólica.
No sorprende, entonces, que Vatican News, órgano informativo de la Santa Sede, haya publicado un reportaje crudo y demoledor sobre la política migratoria dominicana. Por su origen y su tono, se trata de una condena tácita pero inequívoca.
El reportaje abandona los eufemismos. Retrata un sistema que humilla, expulsa y margina sin miramientos a personas vulnerables, incluso mujeres embarazadas o recién paridas, que huyen del colapso haitiano. La frontera que separa a los dos países divide territorios, y de paso separa también derechos, oportunidades y dignidad.
Que esta denuncia provenga del corazón del catolicismo tiene especial resonancia en una nación que se proclama mayoritariamente católica. La Iglesia local, si quiere ser coherente con su misión pastoral y con la doctrina social que proclama, está llamada a tomar postura.
El silencio ante la injusticia es complicidad. En otras ocasiones, la Iglesia dominicana ha alzado la voz en favor de los débiles. Este momento exige valentía moral.
El expresidente Hipólito Mejía ha sido, quizás, el único político con un discurso sensato y constante en torno a la migración haitiana. Apuesta sin ambages por la regularización. Pero Mejía no busca votos, y eso le permite el raro lujo de decir la verdad.
Del Vaticano vienen voces. Inquieta que resuenen con mayor nitidez ética que la de católicos locales.