La educación como reto de todos
La hoja de ruta presentada por el ministro Luis Miguel De Camps traza un horizonte ambicioso y urgente para la educación dominicana
La hoja de ruta presentada por el ministro Luis Miguel De Camps traza un horizonte ambicioso y urgente para la educación dominicana. Parte de que el problema es más de resultados que de recursos.
Lo más significativo del planteamiento es la insistencia en que la transformación educativa será el fruto de una corresponsabilidad compartida, no obra exclusiva del Ministerio.
Esa visión es clave. La educación no se limita al aula, sino que se expande hacia el hogar, la comunidad, los medios de comunicación y la sociedad civil.
Cuando el ministro convoca a estudiantes, docentes, familias, funcionarios y ciudadanos a asumir el "reto de todos", asume que el cambio cultural que requiere la educación es más profundo que cualquier reforma administrativa.
La frase de Paulo Freire que encabezó su intervención -"la educación no cambia el mundo; cambia a las personas para que cambien el mundo"- adquiere fuerza como brújula ética y política.
No puede esperarse que el sistema transforme mágicamente la realidad, sino que forme sujetos capaces de protagonizar ese cambio. Esa perspectiva humanista, que coloca al estudiante en el centro y al maestro como agente de transformación, añade coherencia a los planes del ministro: alfabetización con sentido, formación docente continua, inclusión real, ciudadanía activa.
El involucramiento social va más allá del simple llamado retórico. Necesita canales reales de participación, transparencia radical y resultados verificables. Hay que evitar que esta hoja de ruta se sume a la larga lista de planes bien intencionados que naufragaron por falta de seguimiento, voluntad o complicidad colectiva.
Proclamada como causa nacional, la educación debe ser vigilada, defendida y empujada por todos. En juego está el sistema educativo, y también el futuro mismo del país.