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Inspección, por favor

Chatarra sobre ruedas, el peligro que todos ignoramos

En la República Dominicana circulan vehículos que harían sonrojar al Chapulín Colorado. Camiones sin luces traseras, automóviles con puertas cerradas a candado y maleteros asegurados con mecánicas de herrería casera. Todo el que transita nuestras calles ha visto uno. O varios.

Y, sin embargo, todo bien. Porque aquí no se inspecciona el estado mecánico ni estructural de los vehículos para poder circular. No se exige. No se verifica.

Hemos naturalizado la chatarra ambulante como parte del paisaje urbano. Lo que debería ser motivo de alarma colectiva, aquí se convierte en chiste de esquina. Pero el humor no frena el desorden ni evita accidentes.

Muchos de los choques nocturnos son causados por camiones fantasmas, sin reflectores ni luces que alerten de su presencia. Muchos tranques viales se deben a averías previsibles, evitables, si existiera una inspección técnica vehicular seria y obligatoria. Autobuses escolares descartados en los Estados Unidos son utilizados aquí, como el que se accidentó recientemente con saldo de cinco muertos.

No se trata solo de estética o de modernidad. Es cuestión de seguridad, de orden, de sentido común. No puede seguir siendo opcional tener frenos, tener luces, tener direccionales. La libertad de circular excluye el derecho a ser un peligro rodante.

Las tantas tragedias provocadas por el desorden en el parque vehicular deberían sacudir la indiferencia. Pero si no bastan las muertes, que al menos nos despierte la vergüenza. No podemos ser un país que fiscaliza el peso de las mochilas escolares y permite circular una patana sin frenos.

La inspección vehicular no es un capricho europeo ni un lujo de países ricos. Es una medida elemental de civilización. Aquí, por lo visto, seguimos en la edad de hierro... oxidado.

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Aníbal de Castro carga con décadas de periodismo en la radio, televisión y prensa escrita. Toma una pausa en la diplomacia y vuelve a su profesión original en DL.