Cortar aquí y mejorar allí
Déficit fiscal: entre evasión, pérdidas eléctricas y clientelismo
Un poco de aquí y un poco de allá. Reduciendo las pérdidas en las distribuidoras, que ya bordean el 40 % y se comen casi dos mil millones de dólares al año, se pueden liberar recursos equivalentes a más de la mitad del déficit fiscal.
Nada de fórmulas mágicas, simplemente aplicar disciplina donde duele. Apretar el tornillo de la evasión fiscal, por ejemplo. Hoy, la evasión del Impuesto sobre la Renta ronda entre el 4 % y el 6 % del PIB, y la del ITBIS llega a un escandaloso 47 % de incumplimiento, equivalente a cerca de un 4.5 % del PIB. Es decir, miles de millones que deberían ir a escuelas, hospitales y obras públicas terminan escondidos bajo la alfombra. Basta mejorar la recaudación unos puntitos del PIB.
Esos pesos evadidos son más que un número en el balance. Son aulas sin maestros, hospitales sin insumos, carreteras que nunca se construyen. Cuando la evasión se tolera, el costo lo paga el ciudadano que sí cumple y, además, carga con la deuda que se contrae para cubrir la irresponsabilidad de otros.
Ojo al factor político, el más resbaladizo. Mantener a raya a los "compañeritos", esos que entienden el poder como un botín, es quizá la tarea más difícil. El clientelismo se disfraza de política social, pero se lleva una tajada significativa del presupuesto. Si la voluntad de contención es real, ahí también hay ahorro.
El déficit no es un destino inevitable. Menos déficit significa menos deuda, y menos deuda es menos intereses, ese renglón que ya se come una buena parte del presupuesto sin producir un solo kilovatio ni levantar una acera.
Pero claro, siempre resulta más fácil endeudarse en Wall Street que cobrarle el ITBIS al colmado de la esquina.