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Turismo Inmobiliario: ¿Cómo los viajeros se convierten en inversionistas en República Dominicana?

República Dominicana atrae turistas que deciden quedarse como propietarios

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Turismo Inmobiliario: ¿Cómo los viajeros se convierten en inversionistas en República Dominicana?
El turismo inmobiliario fortalece la economía y genera empleos en RD. (FUENTE EXTERNA)

En República Dominicana hemos aprendido que el turismo es mucho más que un sector económico: es la columna vertebral de nuestra proyección internacional. Con más de 11.1 millones de visitantes en 2024, alcanzamos cifras históricas que consolidan al país como el principal destino del Caribe. Sin embargo, detrás de este éxito existe un fenómeno silencioso, pero cada vez más influyente: el turista que deja de ser pasajero para convertirse en propietario. 

Lo que antes parecía una rareza reservada a grandes fortunas, hoy se ha democratizado. Profesionales, familias y jubilados que llegan por una o dos semanas al país regresan meses después con la decisión de adquirir un apartamento en Punta Cana, una villa en Las Terrenas o un condominio en Santo Domingo. Ese tránsito de turista a inversionista no es casualidad: es el resultado de la combinación entre hospitalidad, estabilidad económica y oportunidades inmobiliarias.

De la maleta al título de propiedad

El turista de hoy ya no se conforma con visitar. Quiere pertenecer. Y encuentra en la inversión inmobiliaria una vía para establecer ese vínculo duradero con la República Dominicana. Los datos respaldan esta tendencia: en polos como Punta Cana y Cap Cana, la rentabilidad de los alquileres vacacionales oscila entre un 6 % y un 12 % anual, cifras que superan ampliamente el promedio de renta tradicional en otras capitales del mundo.

No hablamos de grandes consorcios financieros, sino de individuos que buscan diversificar sus ahorros. Un dominicano de la diáspora que decide tener un pie en su tierra. Un canadiense que, después de visitar cinco inviernos seguidos, encuentra más lógico comprar que alquilar. O un colombiano que identifica a República Dominicana como la puerta de entrada más estable al Caribe.

Nuevos polos de atracción

Punta Cana sigue liderando la escena, con más del 59 % de las llegadas aéreas en 2024. Pero sería un error reducir el fenómeno solo a esa zona. Samaná avanza con un turismo boutique ligado a la naturaleza; Puerto Plata renace gracias al empuje de los cruceros y la renovación hotelera; Santo Domingo atrae a quienes buscan combinar cultura, negocios y vida urbana; y Miches y Pedernales se perfilan como la nueva frontera del desarrollo, impulsados por carreteras y proyectos de infraestructura que hace pocos años parecían imposibles.

En otras palabras, el turismo inmobiliario está reconfigurando el mapa de la inversión y abriendo oportunidades en regiones que históricamente habían quedado rezagadas.

La infraestructura: base del desarrollo turístico

Ningún turismo inmobiliario sostenible es posible sin infraestructura adecuada. Carreteras modernas, aeropuertos internacionales, energía confiable, agua potable , telecomunicaciones robustas y una relativa estabilidad económica y política son los pilares que permiten que los proyectos inmobiliarios funcionen y que los visitantes se sientan seguros para invertir.

El caso de Punta Cana es ilustrativo: la ampliación de su aeropuerto y la conectividad aérea con más de 60 destinos internacionales ha sido clave para atraer compradores extranjeros. Samaná y Pedernales, por su parte, muestran cómo la inversión en carreteras y accesos facilita el desarrollo de resorts y comunidades residenciales, generando confianza tanto en inversionistas como en turistas.

Sin infraestructura de calidad, incluso los proyectos más atractivos pierden competitividad. La construcción sin apoyo logístico limita la ocupación, la rentabilidad y el crecimiento a largo plazo. Por eso, todo desarrollo inmobiliario turístico debe ir acompañado de planificación urbana y mejoras en servicios públicos, garantizando que el crecimiento sea sostenible y beneficioso para las comunidades locales.

Mucho más que ladrillo

Algunos reducen el turismo inmobiliario a venta de apartamentos. Yo prefiero verlo como un ecosistema. Cada propiedad adquirida representa empleos en construcción, servicios de mantenimiento, seguridad, transporte, gastronomía y comercio. Solo en 2024, el turismo generó más de US$26,000 millones en aportes al PIB y sostuvo alrededor de 949,000 empleos, el 18 % del total nacional. Una parte creciente de esos empleos está vinculada directamente con el mercado inmobiliario turístico.

Es también una apuesta estratégica de largo plazo. Un turista que se convierte en propietario no solo trae divisas una vez al año, sino que las inyecta constantemente en la economía local. Se convierte en embajador del país, en consumidor recurrente y muchas veces, en puente para nuevas inversiones.

Retos de un crecimiento acelerado

El auge del turismo inmobiliario no viene sin desafíos. La velocidad del desarrollo exige planificación urbana, calidad constructiva y regulación transparente. No podemos permitirnos proyectos improvisados que comprometan la confianza internacional.

La sostenibilidad ambiental es otro punto crítico. La República Dominicana depende de su riqueza natural: playas, montañas, ríos y arrecifes. Lo cual sabemos que son recursos frágiles, donde intervienen muchos factores para su preservación y sostenibilidad, Cualquier inversión que los ponga en riesgo es pan para hoy y hambre para mañana.

Finalmente, está la responsabilidad institucional. Autoridades, desarrolladores e inversionistas deben caminar de la mano para crear un marco claro y confiable. La transparencia es la mejor garantía para atraer capital serio y de largo plazo.

Conclusión

El turismo inmobiliario es hoy una extensión natural de nuestra principal industria, pero al mismo tiempo es un sector con identidad propia. No se trata solo de vender propiedades, sino de proyectar un país confiable, moderno y sostenible. República Dominicana tiene la oportunidad de convertir a cada visitante en un aliado de largo plazo, en alguien que no solo disfruta de nuestras playas, sino que apuesta por nuestro futuro.

El reto está en gestionar este crecimiento con responsabilidad, asegurando calidad, planificación, infraestructura y respeto al medioambiente. Si lo hacemos bien, no estaremos hablando únicamente de récords de turistas, sino también de récords de inversión, empleos y bienestar. Porque al final, cada turista que se queda como inversionista reafirma una verdad incuestionable: en República Dominicana no solo se viene a vacacionar, también se viene a invertir y a creer en un mejor mañana.

 

TEMAS -

Especialista en turismo inmobiliario y proyectos turísticos en la República Dominicana.