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¿Quién tiene la fuerza?

El día que los entrenadores de béisbol le plantaron cara a la MLB

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¿Quién tiene la fuerza?
Cuando los entrenadores unen sus voces, pueden influir decisivamente en las decisiones de la MLB y moldear el futuro del sistema de desarrollo del béisbol, en lugar de ser meros espectadores. (ARCHIVO/DIARIO LIBRE)

Recuerdo esa mañana en el Hotel El Embajador en Santo Domingo. Afuera, detrás de las vallas amarillas, cientos de muchachos en uniformes de ligas juveniles esperaban bajo el sol. No estaban ahí por casualidad. Sus entrenadores los habían organizado para presentarse en masa: para mostrar fuerza en números, para recordarle a todos lo importante que es el béisbol en este país, y para protestar lo que más temían.

Adentro, Sandy Alderson hablaba ante oficiales de MLB, directores de scouteo y ejecutivos de los clubes. Lo hacía como lo que es: un abogado. Insinuaba cambios sin prometerlos; nunca confirmaba un draft internacional, pero tampoco lo descartaba. Ese misterio era parte de su estilo. Para los entrenadores y jugadores fuera del salón, sin embargo, el mensaje era claro: el status quo estaba en juego, y con él, el futuro del béisbol en América Latina.

Lo que definió ese día no fueron solo las palabras de Alderson, sino la respuesta de quienes más sintieron la amenaza. El temor a un draft, aunque afectaba a cada quien de manera distinta, motivó algo poco común: la unidad. Los entrenadores, rivales en el día a día, hablaron con una sola voz —colectiva, firme—, imposible de ignorar. Esa voz se escuchó dentro del salón e impactó la conversación.

La lección de esa mañana no fue únicamente sobre Alderson o sobre el draft. Fue un recordatorio del poder que tienen los entrenadores cuando deciden actuar unidos.

Los entrenadores como fundación

Los entrenadores independientes siguen siendo la base del béisbol internacional. Son ellos quienes identifican, alojan, alimentan y desarrollan a los jugadores mucho antes de que exista la posibilidad de un contrato con MLB. Asumen el riesgo cuando un niño de doce años apenas comienza a soñar con ser prospecto. Cubren el costo de la comida, los uniformes, los viajes y el entrenamiento. Preparan a los muchachos no solo para competir en el terreno, sino para enfrentar la presión que viene con esa aspiración.

El mercado entero depende de esa inversión invisible. Y, sin embargo, con demasiada frecuencia los entrenadores como grupo no tienen un papel equivalente a su contribución cuando se discute o se reforma el sistema que ellos mismos sostienen. Sus necesidades se ignoran. Sus voces, fragmentadas, son fáciles de descartar.

El poder de la unidad

Lo que sucedió en el Embajador mostró otra posibilidad. Obligó a todos en la sala —oficiales de MLB, scouts y ejecutivos— a reconocer que los entrenadores no son incidentales. Son centrales.

Unidad no significa eliminar la competencia. Los entrenadores siempre competirán por jugadores, por bonos y por oportunidades. Pero sí significa dejar a un lado la rivalidad cuando lo que está en juego es el sistema mismo. Significa entender que hay temas —el futuro de los prospectos, la estructura de firmas, la sostenibilidad del modelo— que afectan a todos y que requieren una voz común.

Ese día lo comprobaron. Una alineación temporal de intereses cambió la temperatura de toda la industria. MLB tuvo que escuchar. Y todos nos fuimos con la misma impresión: sin su cooperación, no hay sistema.

Una provocación para hoy

Las preguntas que debemos hacernos ahora son claras:

  • ¿Quién verdaderamente tiene el poder sobre este sistema?
  • ¿Qué grupo tiene la mayor inversión en su salud?
  • ¿Quién tiene más que perder si se rompe?
  • ¿Y qué grupo, sin su participación, provocaría que se secara la producción de talento en América Latina?

Las respuestas ya no son materia de opinión. Son hechos:

  1. Los entrenadores independientes son la columna vertebral del sistema internacional de firmas.
  2. El sistema actual no refleja sus intereses colectivos.
  3. Cuando se organizan y hablan con una sola voz, pueden detener o moldear lo que sea.

Y, sin embargo, nada de esto requiere un enfrentamiento dramático. Lo que requiere es memoria. Recordar aquel día frente al Hotel El Embajador, cuando los muchachos en uniforme se alinearon detrás de las vallas para mostrar que su futuro importaba, y cuando los entrenadores demostraron que su poder radicaba en los números, en la unidad, en su voz común.

Hoy, el sistema internacional sigue siendo objeto de debate. Se discuten sobre la igualdad de oportunidades, se discuten sobre reglas de elegibilidad, y la posibilidad siempre latente de un draft internacional. Si en un momento de crisis los entrenadores pudieron unirse y cambiar el rumbo de la conversación, ¿qué podría lograrse hoy con esa misma unidad?

El recuerdo de El Embajador no fue sobre detener el cambio. Fue sobre darle forma. Y esa es la provocación que quiero dejar: si una comunidad de entrenadores pudo transformar la discusión de todo un sistema en una sola mañana en Santo Domingo, ¿qué podría conseguir ahora, de nuevo, juntos?

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Es un exdirector internacional de MLB y actual dueño de La Agencia.