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El Estado no debe competir en salud: el verdadero rol de SeNaSa

Cobertura básica universal: el camino realista para República Dominicana

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El Estado no debe competir en salud: el verdadero rol de SeNaSa
La reforma pendiente: redefinir el rol del Estado en el sistema de salud. (FUENTE EXTERNA)

El Estado dominicano debe replantearse su rol y, con él, el papel de SeNaSa. Llamo a los gobernantes actuales a que inicien este debate por SeNaSa ante la situación actual, porque ahí está la llave para repensar todo nuestro sistema de salud. No podemos seguir aspirando a un sistema perfecto cuando hasta la salud se ha convertido en botín de los partidos políticos. Pero sí podemos construir un sistema mejor, que funcione para la mayoría y que deje atrás la lógica perversa del "sálvese quien pueda".

Esto no tiene que ser un juego de suma cero. No es cierto que, para que el sector público garantice lo básico, el sector privado tenga que perder. Ni que el público deba sufrir en beneficio de los actores del sector privado. Se puede llegar a un ganar-ganar, donde el Estado se concentre en garantizar un plan universal básico y en supervisar, mientras los privados administran y compiten ofreciendo más y mejor.

Hoy SeNaSa funciona como una ARS más, compitiendo directamente con el sector privado. Esa doble condición del Estado (regulador y competidor) es insostenible. Un árbitro no puede jugar en el mismo partido.

Además, hay un principio básico que no debemos ignorar: cuando el Estado compite con el sector privado, siempre pierde. El sector privado tiene más facilidad de apalancamiento con los bancos y los mercados financieros, puede acceder con rapidez a capital para expandir su red de clínicas o implementar nueva tecnología y recluta profesionales ofreciendo mejores incentivos. El Estado, en cambio, se mueve al ritmo de la burocracia, con presupuestos rígidos, procesos lentos y limitaciones políticas que lo hacen incapaz de innovar con la misma agilidad.

La historia reciente lo confirma y para mencionar algunos ejemplos en telecomunicaciones, el Estado dominicano perdió la batalla frente a las telefónicas privadas que modernizaron el sector, invirtieron en infraestructura y transformaron la conectividad. Y en transporte aéreo, las aerolíneas estatales terminaron quebradas mientras el sector privado, apalancado en capital y tecnología, dominó el mercado regional.

El sector salud no es diferente. Pretender que un seguro estatal pueda competir de tú a tú con aseguradoras privadas en gestión de red, velocidad de pago, innovación tecnológica y captación de talento es condenar al Estado a un rol que no puede cumplir. La misión de SeNaSa no debe ser competir, sino garantizar lo básico: cobertura universal en servicios esenciales de salud.

Muchos sueñan con un sistema público "como los países nórdicos". El sueño es legítimo; el problema es cómo se logra. Según CEOWorld, los cinco mejores sistemas de salud del mundo son: Taiwán, Corea del Sur, Australia, Canadá y Suecia. Todos garantizan cobertura universal básica y, en mayor o menor medida, permiten un espacio ordenado para seguros privados complementarios. Esa mezcla es la que entrega resultados.

?      Taiwán: un solo pagador público (single-payer) financia cobertura obligatoria y universal; la prestación de servicios es mayoritariamente privada. Esto asegura acceso amplio y control de costos con una fuerte palanca estatal sobre precios y datos.

?      Corea del Sur: el seguro nacional único cubre alrededor del 97% de la población; la prestación de servicios es sobre todo privada. Un pagador fuerte, privados compitiendo por calidad y eficiencia como prestadores.

?      Australia: Medicare garantiza lo básico y necesario financiado con impuestos; los seguros privados complementan (hospital privado, extras) y el Estado usa instrumentos fiscales para balancear incentivos.

?      Canadá: sistema público administrado por provincias (hospital y médico sin copagos en el punto de atención); privados suplementan servicios no incluidos (odontología, fármacos ambulatorios, óptica).

?      Suecia: tiene cobertura universal financiada por impuestos y gestionada por regiones, no un organismo centralizado; los actores privados operan como proveedores contratados o complementarios.

Lección incómoda para RD: los campeones combinan un pagador público que fija el piso y privados que suman capacidad o confort bajo reglas duras. Nuestro error ha sido pretender resultados ejemplares con gestión pública débil, datos pobres y un Estado que quiere ser árbitro y jugador.

El camino realista: piso básico universal garantizado por el Estado, más supervisión agresiva, más espacio para el sector privado complementario y proveedor bajo contratos exigentes. Eso es replicable; el mito del Estado operador omnipotente, no.

El Estado debe redefinir el papel de SeNaSa y convertirlo en lo que nunca debió dejar de ser: un seguro único universal básico que garantice a todos los dominicanos cobertura en medicina primaria y atención de accidentes hasta un límite razonable, que son precisamente los principales problemas de salud pública en nuestro país.

El resto debe quedar en manos de los seguros privados, que complementen la oferta con medicamentos de alto costo, tecnología avanzada, infraestructura premium y todo lo que vaya más allá del piso universal. Así funciona en los mejores sistemas de salud del mundo, y así podemos hacerlo aquí.

Mirando más allá, el país necesita un replanteamiento completo del sistema, que incluya una modificación agresiva de la Ley General de Salud (42-01) y de la Ley de Seguridad Social (87-01). Ambas normativas, en su estado actual, sostienen una estructura fragmentada, cara y poco eficiente.

Pero todo gran cambio comienza con un primer paso. Ese paso es reconocer que el Estado no puede competir como aseguradora privada. SeNaSa debe dejar de jugar en dos bandos y asumir un rol único, transparente y universal. Si lo hacemos bien, lograremos un sistema más justo, más eficiente y, sobre todo, más confiable.


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