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Tenemos que empezar por creerlo

La República Dominicana muestra un desempeño económico y social sobresaliente en la región, con reconocimiento internacional

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Tenemos que empezar por creerlo
Cocrear el futuro, la invitación de Meta RD 2036 a creer en lo extraordinario. (MARVIN DEL CID)

En un mundo convulsionado por crisis, conflictos y escepticismo, la República Dominicana emerge como una excepción. Los indicadores económicos, sociales y políticos del país reflejan un desempeño no solo sólido, sino sobresaliente. El crecimiento sostenido, la estabilidad económica, la consolidación democrática y los avances institucionales nos han convertido en un referente regional.

La comunidad internacional no es indiferente. Organismos multilaterales, agencias calificadoras, inversionistas globales y medios internacionales destacan el progreso dominicano. No es casualidad que hoy tengamos niveles récord en inversión extranjera directa, turismo y remesas. Sectores como las tecnologías, las energías renovables, el turismo de salud y la industria creativa están despertando un nuevo dinamismo.

Y, sin embargo, algo falla.

Es cierto que aún enfrentamos desafíos: educación y salud de calidad, energía confiable, gestión territorial, formalidad y cumplimiento de los deberes cívicos, solo por mencionar algunos. Pero también es cierto que estamos enfrentando estos retos con políticas concretas, visión de largo plazo y una participación creciente de la ciudadanía. Vamos avanzando; pero, aun así, una gran mayoría no lo cree.

Ese es el verdadero problema: la falta de fe en nosotros mismos.

El premio Nobel de economía, Robert Shiller, lo explica con claridad en su teoría de la narrativa. Afirma que no basta con que un país tenga fundamentos sólidos; si la narrativa dominante es pesimista y las personas se obsesionan con que el país anda mal, actúan en consecuencia: no invierten, no se arriesgan, no colaboran. Y esa narrativa termina haciéndose realidad; no porque los datos lo digan, sino porque la gente lo asume.

Muchos países que alcanzan el nivel de ingreso medio se estancan precisamente por esa narrativa. No es un problema técnico; sino psicológico, social y cultural. Esa trampa del ingreso medio es, en gran medida, una trampa de su narrativa.

En esa trampa, los enemigos del progreso juegan un papel determinante. Son voces que, motivadas por intereses políticos, económicos o simplemente por cinismo, buscan obstaculizar el avance del país con discursos destructivos. Porque las malas noticias venden más que las buenas. Porque sembrar miedo es más rentable, a corto plazo, que construir confianza.

En República Dominicana, a pesar de que brilla, parece que nosotros mismos no lo vemos; o no queremos verlo. Por eso, hoy más que nunca, necesitamos una narrativa distinta. Una que reconozca nuestros logros sin negar nuestros problemas. Una que inspire, que una, que convoque a la acción colectiva.

Tenemos que empezar por creerlo. Creer que podemos ser un país de alto ingreso. Creer que podemos generar bienestar compartido. Creer que nuestra diversidad, creatividad y resiliencia son nuestras mayores fortalezas.

Eso es lo que busca Meta RD 2036: establecer un diálogo permanente entre los diferentes actores de la sociedad —empresa, Estado, academia y ciudadanía— para construir una República de ideas. Un país que no dependa solo de sus recursos naturales o de su geografía privilegiada, sino de su capacidad de imaginar, planificar y cocrear.

Meta RD 2036 no es un plan definitivo. Es una plataforma abierta para la colaboración; una invitación a cocrear el futuro; a imaginar una República Dominicana que no se conforme con lo posible, sino que se atreva a lograr lo extraordinario. Porque el primer paso para transformar un país es creer que se puede lograr; y eso está en nuestras manos.

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