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Los ríos Ozama e Isabela: de vertedero a fuente de vida compartida

El Cinturón Verde, la clave olvidada para rescatar los ríos Isabela y Ozama

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Los ríos Ozama e Isabela: de vertedero a fuente de vida compartida
Más que un decreto, la recuperación de los ríos Ozama e Isabela exige una solución integral. (DIARIO LIBRE/EDDY VITTINI)

La reciente cobertura en los medios sobre los ríos Isabela y Ozama nos recuerda una dolorosa realidad: miles de familias viven hoy entre basura, aguas contaminadas y riesgos sanitarios. Estos ríos, que alguna vez fueron fuentes de vida, se han convertido en el reflejo de lo que ocurre cuando la ciudad crece sin planificación y el medioambiente queda relegado. Pero también nos muestran la oportunidad de transformar esa realidad: rescatar los ríos es rescatar a las comunidades que dependen de ellos.

Sin embargo, también es un recordatorio de que existe otra manera de mirar y actuar frente a esta crisis. El Decreto 531-25, que declara de alta prioridad la recuperación de los ríos Ozama e Isabela, es un paso importante. Pero la experiencia nos demuestra que las soluciones aisladas no bastan. Se necesita un enfoque integral que combine infraestructura, educación, oportunidades económicas y, sobre todo, una gestión sostenible del agua que involucre a todos los sectores.

La recuperación de los ríos Isabela y Ozama depende de proteger y fortalecer el Cinturón Verde que los rodea. Este corredor ecológico es un escudo natural que reduce contaminación, controla inundaciones y preserva biodiversidad en una de las zonas más presionadas por el crecimiento urbano. Cuidarlo garantiza un sistema integrado donde la salud de los ríos se vincula con la calidad de vida de las comunidades y la sostenibilidad de la ciudad.

El Cinturón Verde no solo protege el ambiente: brinda espacios de recreación y educación comunitaria, y genera oportunidades de ecoturismo, agricultura responsable y empleos verdes. Su revitalización es clave para rescatar los ríos Isabela y Ozama y construir una ciudad más resiliente, inclusive y próspera.

En el Fondo Agua Santo Domingo hemos aprendido que la verdadera transformación nace de la colaboración. Cuando empresas, gobiernos, comunidades y organizaciones sociales trabajan juntos, los ríos dejan de ser vertederos para convertirse en fuentes de vida. Ya lo hemos visto en otras ciudades de América Latina, donde los Fondos de Agua han demostrado que invertir en la protección de cuencas no solo garantiza agua en cantidad y calidad, sino que genera resiliencia climática, salud pública y desarrollo sostenible.

El Isabela y Ozama no pueden seguir siendo una promesa en el papel. Deben convertirse en un compromiso real y verificable: un compromiso que garantice que los niños que hoy juegan entre basura mañana puedan crecer en un entorno limpio y digno. Un compromiso que asegure que el Gran Santo Domingo se reconcilie con sus ríos, que son parte esencial de su identidad y su futuro.

La solución existe. Lo que falta es voluntad, coordinación y un sentido de urgencia. Esa urgencia debe nacer de todos: autoridades, comunidades, empresas y sociedad civil. Desde el Fondo Agua Santo Domingo reiteramos nuestra disposición a sumar esfuerzos, porque recuperar el Isabela y el Ozama no es solo una tarea ambiental: es un imperativo humano, social y moral.

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