La bitácora del maestro: Crónicas constitucionales desde el aula pública (Clase 5)
La identidad nacional como valor constitucional

El aula del Liceo Experimental Altagracia Amelia Ricart Calventi estaba llena de luz. Las paredes, decoradas por los propios estudiantes, hablaban de sueños: "Yo quiero ser maestro", "Quiero estudiar medicina", "Quiero servir a mi país". En medio de ese universo de anhelos comenzó la quinta clase del programa Constitución Viva para todos y todas, con una pregunta que pareció detener el bullicio juvenil:
¿Quién soy yo dentro de mi país?
El silencio inicial fue distinto. No era timidez, era pensamiento. Luego, una voz rompió la pausa: "Soy estudiante, pero también ciudadana." Otro joven agregó: "Soy dominicano, aunque a veces siento que el país no me escucha." Así empezó una conversación que fue más allá de los libros: hablar de identidad es hablar de pertenencia, de raíces, de orgullo y también de heridas.
Para guiar la reflexión, proyectamos un audiovisual sobre la identidad nacional, con escenas de nuestro paisaje, nuestra música y nuestra historia. Los estudiantes se vieron reflejados en la pantalla: en los rostros de quienes siembran, enseñan, cantan o trabajan en silencio. Al terminar el video, la pregunta reapareció con más fuerza: ¿Qué significa ser dominicano?
Una joven, con voz segura, respondió: "Es respetar lo que somos sin avergonzarnos de dónde venimos." Esa frase se convirtió en el eje de toda la jornada.
La clase continuó con la creación del "Carnet de Identidad Constitucional", una dinámica donde cada estudiante debía escribir su nombre, un valor que lo represente y tres derechos que sienta como propios. En silencio, los lápices comenzaron a moverse. Algunos escribieron "solidaridad", otros "honestidad", otros "esperanza". Después, se levantaron uno a uno a leer sus respuestas frente al grupo.
El aula se transformó en un espejo colectivo. Al compartir sus palabras, descubrieron que la identidad no se define solo por la bandera o el pasaporte, sino por la conciencia de que todos pertenecemos a un mismo proyecto de país.
Nuestra Constitución lo expresa con claridad.
- El Artículo 6 establece la supremacía de la Constitución sobre cualquier ley o poder.
- El Artículo 7 define a la República Dominicana como un Estado social y democrático de derecho, fundado en el respeto a la dignidad humana, la libertad, la justicia, la solidaridad y la convivencia pacífica.
- Y el Artículo 8 fija los fines esenciales del Estado: proteger los derechos fundamentales y promover el bienestar general, en condiciones de igualdad y equidad.
Estos tres artículos forman el corazón cívico de nuestra identidad: el compromiso de construir una República que reconozca a cada persona como parte de un todo más grande.
Durante la dinámica final, los estudiantes debatieron sobre un dato revelador: según el Barómetro de las Américas 2024, el 64% de los jóvenes dominicanos se identifica primero con su comunidad o provincia antes que con el país. Analizamos juntos ese resultado. ¿Qué significa amar la tierra local pero sentirse lejos de la nación? Comprendieron que fortalecer la identidad nacional no borra las raíces pequeñas; al contrario, las integra en una visión común de país.
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Para cerrar la sesión, proyectamos en pantalla una cita de Pedro Henríquez Ureña:
"Ser dominicano no es un accidente: es una responsabilidad."
Esa frase resonó en el aula como un eco que unió generaciones. Ser dominicano implica cuidar el país, exigir derechos, cumplir deberes y reconocer en los demás un reflejo de nuestra propia historia.
Cada estudiante guardó su carnet como símbolo. Algunos lo doblaron con cuidado; otros lo guardaron en el bolsillo. En el gesto sencillo de proteger una hoja había algo más profundo: el reconocimiento de sí mismos como parte de una República que los necesita conscientes y activos.
Nada de esto sería posible sin el acompañamiento del equipo del Defensor del Pueblo, que cada semana coordina estas experiencias simultáneas en decenas de centros educativos. Servidores públicos que asumen con ética la misión de educar en derechos, sembrando ciudadanía desde la escuela.
Cuando el timbre sonó, un estudiante se acercó y dijo: "Profesor, ahora entiendo por qué usted dice que enseñar la Constitución es enseñar a querernos."
Sonrió, y en esa frase quedó resumido el propósito de todo el esfuerzo.
Conocer quiénes somos es el primer paso para construir juntos lo que queremos ser.