Juventud, mérito y liderazgo: una deuda nacional
El futuro se construye con confianza en los jóvenes

Hay una pregunta que surge con frecuencia cada vez que converso con jóvenes dominicanos dentro o fuera del país: ¿por qué seguimos sin aprovechar plenamente nuestro recurso más estratégico? La juventud representa el verdadero oro de la República Dominicana. No se agota, no depende del azar geológico ni de la volatilidad de los mercados internacionales. Está presente en cada barrio, cada universidad, cada familia.
Y, sin embargo, aún enfrentamos retos estructurales que limitan las oportunidades para que muchos jóvenes puedan desplegar todo su potencial.
Hace unos días visitó mi oficina Roberto Yunén, dominicano que hoy se desempeña como Sales Director en Philip Morris Brasil, y que anteriormente fue director general de la filial en nuestro país. Escucharlo hablar de sus desafíos, de su equipo y de los resultados positivos alcanzados en uno de los mercados más competitivos del continente fue más que una conversación: fue un recordatorio de lo que somos capaces de lograr cuando el mérito y la disciplina encuentran un camino.
Vi en él entusiasmo, ambición serena, orgullo por sus raíces. Pero lo más revelador fueron los hechos: resultados concretos, medibles, que hablan por sí solos. Y pensé en tantos jóvenes dominicanos con el mismo fuego en los ojos, esperando una oportunidad para demostrar lo que pueden hacer.
Como sociedad, tenemos un compromiso pendiente con nuestra juventud. En muchos espacios, hemos tendido a asociar experiencia únicamente con la edad, y liderazgo con antigüedad. Pero los tiempos actuales requieren sumar nuevas perspectivas, frescura y capacidad de adaptación. El mundo avanza a un ritmo acelerado, y no podemos permitirnos dejar talento valioso fuera de juego.
Ejemplos como el de Roberto nos invitan a reflexionar sobre la importancia de confiar en las nuevas generaciones, de apostar por el mérito y de valorar los resultados por encima de los títulos o la trayectoria tradicional. Si hiciéramos esto de manera más sistemática, veríamos multiplicarse en nuestro país los liderazgos que hoy florecen en el extranjero.
La pregunta que debemos hacernos como nación es simple: ¿cuánto más podemos crecer si fortalecemos los espacios de decisión para el talento joven? El futuro no se improvisa; se construye. Y esa construcción se fortalece cuando el liderazgo se basa en visión, capacidad y resultados.
El compromiso con nuestra juventud debe ser claro y sostenido. Porque la verdadera grandeza de una nación no se mide solo por la riqueza de sus élites, sino por la confianza que deposita en quienes están llamados a liderar el mañana. Ese es el liderazgo que puede llevar a la República Dominicana a nuevos niveles de desarrollo y trascendencia.