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Un logro que merece celebrarse

La Reducción de la Mortalidad Infantil y su Impacto Social

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Un logro que merece celebrarse
La disminución de la mortalidad infantil transforma la sociedad

Ha ocurrido un hecho importante al que se le ha dado poca relevancia. Solo un periódico, Diario Libre, le dedicó un titular de tres columnas y una crónica breve, pero bien elaborada, resaltando el acontecimiento. Tal vez pasó inadvertido para muchos lectores; sin embargo, tiene para el país una trascendencia comparable a la de vigilar y proteger la frontera con Haití. Lo que hagamos en los próximos años con el contenido de esa noticia puede evitar que nos ocurra algo similar a lo que ya sucede en Europa occidental, donde los musulmanes, mediante la llamada "invasión del vientre", han comenzado a incidir políticamente en varias naciones.

La importante información es que la mortalidad infantil en nuestro país se redujo en un 30.8 %, alcanzando la tasa más baja de los últimos quince años. Asimismo, la mortalidad neonatal descendió a 13 por cada mil nacidos vivos, según informó el ministro de Salud, Víctor Atallah.

La tasa de fecundidad —que mide la reproducción en la población a través del número de nacimientos vivos por cada 1,000 mujeres en edad fértil (de 15 a 49 años) en un año determinado— es actualmente de 2.2 hijos por mujer. En los últimos cincuenta años, este indicador ha caído de ocho hijos por mujer en 1950 a menos de tres en la actualidad.

En comparación, la tasa de fertilidad de Haití es de 2.6 hijos por mujer (2023). Si la nuestra continúa descendiendo por debajo de 2.0, que es el nivel de reemplazo poblacional, tendríamos más adultos mayores que jóvenes, lo que generaría un problema demográfico con consecuencias negativas para el país.

La salud pública refleja el bienestar de una sociedad, y dos de sus indicadores más críticos son la mortalidad materna e infantil, pues expresan de forma conjunta distintos aspectos del desarrollo y la equidad social. La mortalidad materna se refiere a las muertes de mujeres durante el embarazo, el parto o el posparto, mientras que la infantil comprende las defunciones de niños menores de un año.

La disminución de estos indicadores refleja el compromiso del Gobierno con el bienestar de la población. La política de salud actual se basa en un enfoque integral que combina mejoras en el sistema sanitario, la educación y las políticas sociales, factores esenciales para lograr avances sostenibles. La inversión en la salud de madres y niños no solo salva vidas, sino que también fortalece el tejido social y promueve el desarrollo del país.

El anuncio de esta reducción en la mortalidad infantil transmite esperanza, sobre todo después de la pandemia, que nos dejó una dolorosa lección sobre la fragilidad del sistema de salud. El país no sucumbió gracias al liderazgo del presidente Abinader, quien asumió la responsabilidad del momento y consiguió vacunas en el extranjero cuando la adquisición era extremadamente difícil para naciones como la nuestra.

Hoy, con un sistema de salud pública más sólido, se ha logrado reducir las tasas de mortalidad gracias al mayor acceso de mujeres y niños a la atención prenatal, obstétrica y posnatal de calidad. También ha sido clave la implementación de un programa nacional de vacunación universal, que garantiza la inmunización infantil y previene enfermedades potencialmente mortales.

Se han creado centros de salud comunitarios en zonas rurales y marginadas, asegurando atención médica básica, incluyendo servicios de maternidad y pediatría. Asimismo, la educación en salud —a través de talleres y programas sobre nutrición y prevención de enfermedades— ha empoderado a las familias para tomar decisiones informadas sobre el cuidado de sus hijos.

La recopilación y el análisis de datos han permitido identificar áreas críticas y ajustar las estrategias de intervención. Del mismo modo, la colaboración entre el Ministerio de Salud, las ONG y las agencias internacionales ha fortalecido los recursos y conocimientos, facilitando la ejecución de programas más efectivos.

Estas políticas, junto con una visión integral que atiende tanto los factores médicos como los determinantes sociales de la salud, han sido clave para reducir la mortalidad infantil en la República Dominicana, creando un entorno más seguro y saludable para las futuras generaciones.

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