El diputado Wessin y los musulmanes
El debate sobre las mezquitas y la libertad de culto en República Dominicana

He leído con interés el artículo publicado el 15 de octubre en la última página de *Diario Libre*, relativo a la preocupación del diputado Elías Wessin por las mezquitas que se están construyendo en el país, en particular la de Bávaro. No conozco personalmente al legislador, pero considero necesario expresar mi parecer sobre lo tratado en ese texto.
Es cierto que la Constitución protege la libertad de pensamiento y de culto, pilares esenciales de toda sociedad democrática. Sin embargo, también es cierto que Europa enfrenta hoy una crisis profunda derivada del avance de sectores islamistas en varios países. España, Italia, Alemania, Francia e Inglaterra son ejemplos de naciones donde grupos musulmanes han adquirido suficiente poder para intentar imponer costumbres muy distintas a las de Occidente. Europa abrió sus puertas con el respaldo de las izquierdas, y las consecuencias son visibles.
En un podcast reciente, una musulmana residente en Finlandia se quejaba de que en ese país "hay demasiados finlandeses". En Australia, líderes musulmanes han declarado abiertamente que "esperan la señal" para tomar el poder. ¿Habíamos visto algo parecido antes de su llegada a esos territorios?
Algunos versículos del Corán —según la traducción de Dawood para *Penguin Classics*— dicen: "Cuando terminen los meses sagrados, matad a los idólatras dondequiera que los encontréis" (Sura 9:5). "Cuando os encontréis con los incrédulos en el campo de batalla, cortadles la cabeza" (Sura 47:4). "Profeta, declara la guerra a los incrédulos y a los hipócritas y trátalos con severidad. El infierno será su morada" (Sura 9:73). Es apenas una muestra de la carga agresiva que encierra ese texto. ¿Encontramos algo similar en los libros sagrados de las demás religiones que se practican en nuestro país? No.
Los musulmanes se han convertido en la religión más temida del mundo, porque —bien o mal interpretado el Corán— han transformado en invivibles muchas sociedades donde se han asentado. Eso es lo que no queremos en la República Dominicana. Somos un pueblo pacífico, donde las religiones conviven en respeto mutuo, armonía que difícilmente podría mantenerse si se repitieran aquí los patrones observados en otras regiones.
Basta mirar a Somalia, Libia, Nigeria, Yemen, Sudán, Eritrea, Siria o Argelia, países donde los cristianos son perseguidos y asesinados con total impunidad, mientras el mundo calla.
La pregunta es legítima: ¿queremos eso para nuestro país en un futuro no lejano, cuando los musulmanes adquieran poder político? Vale la pena debatirlo. ¿Nos conviene más respetar la Constitución en su literalidad o proteger la nación en su esencia?

Héctor Martínez Cabruja
Héctor Martínez Cabruja