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"Queremos otro oficialismo"

El falso debate sobre "responsabilidad" y "mesura" en la política dominicana

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"Queremos otro oficialismo"
Una oposición que, mientras señala los errores, se disculpe por hacerlo. (FREEPIK)

Al leer el artículo de José Luis Taveras titulado "¡Queremos otra oposición!", uno no sabe si está ante una reflexión política o ante una pieza de autoayuda para gobiernos cansados de ser criticados. Suena más a terapia que a análisis.

Es curioso cómo ciertos opinadores descubren, de repente, las virtudes del "debate racional" justo cuando gobierna su corriente preferida. Antes, la crítica era "salud democrática"; ahora, es "pobreza conceptual". Qué conveniente metamorfosis.

La oposición que aplaude con método

El autor pide una oposición "responsable, propositiva, metódica". En otras palabras: que critique con moderación, preferiblemente en tono monocorde, y que no interrumpa el buen humor de los poderosos. Una oposición que, mientras señala los errores, se disculpe por hacerlo.

No se trata, claro, de pedirle silencio, sino de reclamarle un tono más "constructivo", esa palabra mágica que en nuestro léxico político suele significar "inofensivo".

El espejismo de la racionalidad

Taveras reprocha la falta de propuestas, pero pasa por alto que el Gobierno, con todos los instrumentos a su favor, tampoco ha producido las reformas que prometió. Pide que la oposición proponga, pero omite que cuando lo hace, se le acusa de oportunismo. Pide serenidad, pero nunca la exige del lado oficial.

Su planteamiento, elegante en forma, tiene un defecto de fondo: confunde la crítica incómoda con la carencia de ideas, y la mesura con virtud democrática. Olvida que la oposición no tiene ni presupuesto, ni voceros en el gabinete, ni titulares en los noticieros para desarrollar "modelos y matrices".

Memoria selectiva y citas de salón

El autor cita a Lincoln, a Laga, a Petrie... un desfile de respetabilidad. Pero entre tanta referencia extranjera, se le escapa la realidad local: en este país, hacer oposición es hacerlo en terreno inclinado, con el árbitro mirando para otro lado y que el oficialismo tiene todo el poder en sus manos. Desde ahí, el reclamo de "más racionalidad" suena un poco cínico.

Y no deja de ser paradójico que quien denuncia la "crítica vacía" repita los mismos diagnósticos de hace veinte años, cambiando apenas los nombres.

Una curiosa coincidencia

Dice Taveras que la oposición "no produce ni cosquillas". Curioso. Porque basta un comunicado, una interpelación o un simple post crítico para que desde el Palacio se active una maquinaria de portavoces, voceros y tuiteros rentados. Para no producir cosquillas, parece que pica bastante.

El verdadero reclamo

Lo que el texto realmente pide no es otra oposición, sino una oposición más cómoda. Una que no interrumpa la sobremesa, que debata con decoro y preferiblemente sin levantar la voz. Una oposición que no moleste, sino que adorne.

Pero la democracia no se nutre de cortesías. Necesita voces que incomoden, que obliguen al poder a responder. Si eso molesta a quienes prefieren el silencio elegante al ruido de la disidencia, tal vez sea porque la oposición, a pesar de todo, sigue cumpliendo su papel.

El José Luis que queremos 

Parece que nos cambiaron a José Luis, que es otro, distinto al que antes daba en "la diana" con críticas mordaces al poder. Todo indica que el nuevo José Luis padece una súbita forma de daltonismo político: distingue todos los matices del arcoíris nacional, menos uno. El azul, curiosamente, se le vuelve transparente cada vez que mira hacia arriba.

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El autor es especialista en Gobernabilidad y Gestión Pública y fue Director de Competitividad de la República Dominicana.