Cuando parece que olvidamos
De la necesidad personal del olvido a los peligros de la amnesia colectiva

La cultura del olvido se define como el fenómeno a través del cual una sociedad, comunidad o persona tiende a ignorar, marginar o suprimir ciertos recuerdos, eventos históricos o tradiciones, por negligencia o de forma deliberada, para evitar confrontaciones o por simple desinterés.
Es un tema que ha sido tratado en el campo de la filosofía por varios autores, pero es F. Nietzsche muy asertivo al considerar que el olvido es una condición necesaria para la vida y argumentó que para vivir plenamente es necesario algún grado de olvido.
¿Qué es la cultura del olvido y cómo se manifiesta individualmente?
El olvido como manifestación social o cultural puede tratarse a través de un enfoque individual o colectivo. En el primer caso, siendo la conducta humano no homogénea, de esta misma forma la capacidad de olvido de cada persona tendrá matices muy diversos y diferenciados.
Observamos situaciones donde olvidamos por intereses económicos, emocionales y espirituales; también olvidamos porque "olvidamos". La disminución de nuestra capacidad de retención de información, impuesta por el inevitable paso del tiempo, nos va transformando y, en algún punto de la curva de longevidad, somos más selectivos y objetivos en la atención a eventos, cosas y personas.
Olvidamos porque decidimos dejar pasar; porque también somos parte del olvido de otros; olvidamos porque nuestra vida transcurrió sin eventos trascendentes con méritos de merecidos recuerdos; olvidamos porque el olvido es una decisión de vida; olvidamos porque no podemos recordar.
También olvidamos porque esta siempre será la forma más simple de conceder perdón y la paz interior que facilita la calidad de vida.
Realmente parece que con el paso de los años muchas cosas se van olvidando, o tal vez será que el peso de la prudencia y el sentido del buen juicio se convierten en expulsores de todo lo que consideramos no esencial o fundamental.
Sencillamente, en un momento del tiempo decidimos blindarnos de todo aquello que entendemos no prescindible para la conservación de nuestra existencia o para el afianzamiento del legado que podríamos dejar a nuestros descendientes o a los colectivos sociales. Pienso que esto sucede cuando:
- Preferimos el silencio antes que todo aquello que nos parece estridente y conflictivo.
- Decidimos rodearnos habitualmente sólo de aquellas personas que nos transmiten energías positivas, a estas las consideramos portadoras de confianza y seguridad.
- Cuando somos selectivos con nuestros amigos. Se reduce su espectro al considerar que ya no necesitamos demasiados.
- Cambiamos hábitos de vida social, probablemente ya no somos el centro de interés de algún colectivo, ahora nuestro refugio es la soledad placentera acompañada de un buen café o el disfrute de una buena lectura.
- Decidimos que tener o no la razón ya no es el elemento que buscamos en una conversación, nos parece más sensato escuchar para reaprender, especialmente cuando son jóvenes los parlantes.
- Asumimos que nuestras canas, calvicies y arrugas son partes de la perfección humana, por tanto, no nos preocupan, las cuidamos y hasta nos enorgullecen en determinados espacios y circunstancias.
- Destacamos el valor de lo sencillo en la nobleza y la belleza espiritual que reflejan los actos grandiosos de cada ser humano.
- Hemos aprendido a tratar con una sonrisa las manifestaciones de odio, desafectos, deslealtad o envidia que profesan aquellos a los cuales no les somos agradables.
- Estamos muy conscientes de que la vida debe llevarse hacia una convergencia estable. Por eso nos distanciamos del orgullo y la soberbia y nos acercamos más a la tolerancia, el buen juicio y la prudencia.
- Asumimos que La Paz interior tiene un valor relevante para la felicitad, por ende, ella se convierte en el eje primario olvidar y perdonar.
- Cuando parece que todo se olvida es porque conocemos el valor de lo aprendido, la importancia de las experiencias vividas y lo relevante de tener la oportunidad de contar con el activo de la memoria.
En la forma colectiva, es notable que en la cultura de las sociedades LatinoAmericanas la capacidad de olvido es un fenómeno que parece tener matices particulares. Sencillamente eventos de gran impacto social, político y económico se extinguen a una velocidad extrema.
Así mismo, parece que olvidamos con facilidad a hombres y mujeres de gran trascendencia por sus aportes valiosos a la sociedad, nos olvidamos de nuestros héroes y del compromiso de hacer honor a quienes fueron propulsores de los eventos que han sido importantes para el avance de nuestros pueblos.
Esto de alguna manera nos permite entender la razón por la cual se ha impregnado dentro de nuestra cultura la expresión de que los pueblos son de "mente corta".
Si lo señalado es válido, debemos suponer que nuestra capacidad para olvidar es peligrosamente vulnerable, en la medida que es explotado a través de la llamada "comunicación estratégica"; el control de los medios de comunicación; la tecnología y las redes sociales; en cuyas plataformas lo trascendental es remplazado fácilmente por lo banal y novelesco.
Sin embargo, quizás vale la pena recordar que también muchos ciudadanos experimentamos estiramientos de la memoria para recordar la larga lista de problemas acumulados que tiene nuestro país; así como en las tantas promesas de soluciones incumplidas.
Parece necesario recordar a los partidos políticos que las tantas promesas y problemas olvidados no necesariamente es la conclusión de que la tolerancia vestida de paciencia puede interpretarse como una forma de olvido. Se puede impulsar toda estrategia, manipular información, pero difícil será en cualquier sociedad o régimen político, la supresión de la memoria colectiva.
En muchos aspectos parece que vivimos en un estadio de aparente olvido, la sociedad observa y será una responsabilidad de nuestros partidos políticos ejecutar políticas públicas responsables para evitar los errores que han cometido los ciudadanos de otros países al seleccionar opciones de poder de derecha radical o de izquierda populista al margen de los grandes lastre que una u otra opción han dejado a lo largo de sus experiencias pasadas en el ejercicio del poder político.
Fomentemos la cultura de la memoria y apostemos por la reflexión crítica del pasado para evitar la repetición de errores costosos en términos humanos.
La cultura del olvido a nivel social tiene implicaciones negativas, ya que impide a las sociedades aprender de sus errores, sanar heridas colectivas y construir un futuro más justo. "Quien no aprende de los errores del pasado está condenado a repetirlos"; frase atribuida al escritor español George Santayana.

Luis A. Reyes Abreu
Luis A. Reyes Abreu