Colapso, misión y sargazo
Una vez más ante las Naciones Unidas
1. Colapso. Una vez más, el presidente Abinader habla ante la comunidad internacional sobre Haití y desliza un término muy gráfico: "... desde la frontera misma del colapso haitiano."
Un colapso que inevitablemente impide cualquier acción coordinada entre República Dominicana y Haití en diferentes escenarios. Para que dos Estados dialoguen se necesitan dos interlocutores.
Para una reforma laboral como la que se plantea aquí sería necesario que los trabajadores haitianos posean su documentación al día allá y eso no ocurre. Para formalizar un intercambio comercial justo para ambos países sería imprescindible que las instituciones recaudatorias haitianas fueran operativas y no lo son. Para acuerdos sobre temas migratorios o de seguridad nacional, se necesita un Estado al otro lado de la mesa.
El colapso haitiano repercute en el desarrollo dominicano; eso se sabe pero hay que repetirlo en esos escenarios.
2. Misión. El Presidente dominicano mandó un mensaje a los cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad para recordarles la urgencia de reformular la misión en Haití. El derecho a veto que ostentan debilita a la misma ONU creando estados de primera y de segunda categoría, obligando a malabares diplomáticos que a menudo hay que interpretar. Eso va precisamente en contra del espíritu que debería regir una organización mundial que se considera a si misma garante de derechos y libertades universales. Porque sobre Haití, a estas alturas de la tragedia, pocas dudas debería tener ya la ONU. En el tablero geopolítico actual -complicado y peligroso- Haití no debería ser una carta para nadie.
3. Sargazo. Que el sargazo ocupara parte de su alocución es significativo. Abinader señaló cinco problemas de la actualidad mundial: polarización, proteccionismo comercial, revolución tecnológica, geopolítica y cambio climático. En ese cambio se encuadra el sargazo, problema que apesta y para el que nadie parece tener una teoría o solución.