Desinvitar
Tres dictadores no asistirán la Cumbre de las Américas
Semana intensa para la diplomacia dominicana. A la comunidad internacional no le ha quedado más remedio que retratarse y habrá fondos para combatir las bandas haitianas. El logro es atribuible -resaltan los que saben los vericuetos de las negociaciones- a la fina labor del canciller Álvarez en Caricom y la OEA. China y alguno más refunfuñó un poco, pero se logró por fin.
No es lo mismo no invitar que desinvitar. Y no invitar a tres dictadores a lanzar sus repetitivas homilías es lo correcto y lo más productivo para la Cumbre de diciembre. Los siniestros Ortega Murillo, el tedioso Díaz Canel y el abracadabrante Maduro no permiten la libre expresión en sus feudos, luego no merecen ser escuchados fuera de sus fronteras.
Las razones de la Cancillería son diplomáticas, en el sentido más profesional. Pero a otro nivel la decisión despierta un sentimiento: no invitarlos es apoyar a los cubanos, empobrecidos hasta los huesos. Es solidarizarse con los más de siete millones de venezolanos desplazados y es mandar un abrazo a los silenciosos nicaragüenses, que si protestan en voz alta terminan desterrados. Los no invitados no son los países ni sus ciudadanos; son los que detentan su gobierno.
Las tres dictaduras han tenido un trato extraordinariamente cordial por muchos años. Se ha mirado para otro lado ante sus crímenes, ¡hasta se les ha aplaudido! Protestarán la no invitación los de siempre con los argumentos e insultos ya conocidos. Ni caso...
El trabajo diplomático es sin duda uno de los puntos brillantes de los gobiernos de Luis Abinader. En un contexto geopolítico polarizado y con un Haití destrozado como vecino, ha sabido reforzar su presencia en los foros internacionales, se han desarrollado estrategias bilaterales muy valiosas y emprendido reformas internas que se habían postergado demasiado. La Cumbre será un éxito.