La última novela de Julia Álvarez
Treinta años de trayectoria literaria con sabor dominicano
Julia Álvarez había publicado su primer libro, el poemario "Homecoming", cinco años antes, en 1986, cuando aparece su novela "De cómo las chicas García perdieron su acento". Había sido publicada en inglés en 1991, pero no es hasta 1994 que sale la primera edición en español. Fue un descubrimiento.
A poco, la lectura casi se convirtió en obligatoria. Muchos, creo, la elogiábamos por la calidad de esta primera novela de una escritora dominicana de la diáspora, totalmente desconocida, que se había establecido en Estados Unidos desde la edad de diez años, cuando sus padres y hermanas decidieron huir de la dictadura trujillista. Hubo algunos cotilleos de puerilidad intelectual que negaban la "dominicanidad" de la escritora porque escribía en inglés. Después vendrían Junot Díaz, Loyda Pérez, Angie Cruz, entre otros, y demostrarían lo que entonces defendimos con pasión: existía una escritura de la diáspora dominicana, tan importante y, en varios casos, tan protagónica y señalizadora como algunas del patio, que tenía todo el derecho de ser insertada en la historia de nuestra literatura con una especial característica: era nuestra, por el origen nativo y porque el tema era absolutamente dominicano, aunque estuviese escrita en inglés. No tenía sentido decir lo contrario.
Julia terminaría por afianzar este criterio, cuando en los años siguientes siguió publicando nuevas piezas narrativas con el mismo tono y argumento dominicano. Y no solamente eso. La escritora abría caminos y se afirmaba en el predominio temático de sus libros, novelando las historias de mujeres y sucesos de la vida dominicana. ¿Se necesitaba más?
Fue así como fueron llegando "En el tiempo de las mariposas", sobre la historia y martirologio de las hermanas Mirabal (1995, tanto en inglés como en español en este mismo año) y "En el nombre de Salomé", sobre la vida de Salomé Ureña de Henríquez (en 2000, en inglés, y en 2002, en español). El tema dominicano seguía siendo la base de la fama y el prestigio alcanzado por esta autora que si pudo generar atención en la prensa norteamericana y en el juicio crítico de especialistas y lectores de Estados Unidos, se debía a su narrativa novedosa, a sus historias bien contadas, a su dominio del género y a su capacidad para investigar y memorizar situaciones familiares y acontecimientos de su patria nativa, y convertirlos en obras de arte aplaudidas y valorizadas primero allá, luego aquí. Leer a Julia Álvarez se convirtió en los años noventa y en los inicios de siglo en una exigencia del momento y en un deslumbramiento general. Hoy no sólo la considero integrante con todo derecho de la historia de la literatura dominicana, sino que sustento el criterio firme de que ella es acreedora de cualquier premio de las letras dominicanas, al más alto nivel, porque ha sido la escritora nuestra que mayor reconocimiento y lectoría ha logrado en el mundo, especialmente Estados Unidos, con múltiples reediciones de sus libros y un constante ejercicio del oficio. Escribe en inglés, ¿y qué más da?, en estos tiempos globalizadores, pero sobre temas dominicanos, con el manejo apropiado de la lengua dialectal nuestra y con situaciones y figuras locales que nunca antes fueron noveladas.
Si partimos de la aparición de su novela en español en 1994, Julia tiene justamente en este 2024 treinta años de haberse estrenado en nuestro lar, que es el suyo, como la gran escritora que con su primer libro, memorias familiares del exilio, que terminaron siendo tan entrañables, ocupó un lugar preeminente entre los lectores nacionales, incluyendo no habituales, que se interesaron por conocerla y reconocerla con toda justicia. A partir del poemario con el cual entró en las letras norteamericanas (publicaría tres que no se tradujeron con la misma prontitud que sus novelas y que, por tanto, no se conocieron bien por acá), entonces son 38 años de vida activa en la literatura, entre poemas, novelas, ensayos, textos juveniles, memorias de viaje, y hasta un bellísimo relato sobre la Virgen de la Altagracia ("Un regalo de gracias. La leyenda de la Altagracia"), publicado en 2005, con ilustraciones de Amaya Salazar.
Treinta años después de situarse en la cresta de la ola, Julia sorprende al auditorio leal que siempre ha seguido su trayectoria con interés y admiración, con su nueva novela El cementerio de los cuentos sin contar, publicada simultáneamente en inglés y español en el año que transcurre. La autora regresa al tema dominicano, y lo hace con la misma gracia, originalidad y desenvolvimiento argumental de sus primeros años en la literatura narrativa. El argumento origina atención a su lectura. Alma Cruz -sus personajes siempre han sido de nombres criollísimos- tuvo una amiga escritora que terminó demente porque no pudo dar fin a un libro que siempre quiso escribir, a una historia que nunca pudo concluir. Alma teme que le pase lo mismo y decide enterrar su carrera de escritora. Ella hereda de su padre, junto a sus hermanas, unas tierras en su nativa República Dominicana, que todas desdeñan menos Alma. Sus parientes encuentran raro que, en el repartimiento, ella sea la única que aspira quedarse con esas tareas de tierra, ubicadas en un vertedero y frente a un barrio muy pobre. Es un terreno de poco valor. Alma pide que se lo reserven y sus hermanas se lo entregan con gusto. Heredarán otras tierras mejores. Ella decidirá construir allí un cementerio, con tumbas similares a todos los cementerios, con esculturas que identifiquen a cada una, que trabajará Brava, una arquitecta amiga, y hasta con su Barón, como todo cementerio que se respete.
Allí sepultará Alma los numerosos manuscritos que nunca pudo terminar, aquellas historias con las que soñó y vivió por largo tiempo y que no logró concluir, abandonándolas. Les dará un lugar de descanso en la tierra de sus raíces. Una mujer del entorno, Filomena, callada, frustrada y solitaria, atenderá el cementerio, al que sólo se puede acceder si en el portón de entrada se cuenta una historia. Entonces, se abrirá la puerta, pero también, cosa que ignora Alma, se abrirán las compuertas del arcano, y los personajes de las historias sepultadas comenzarán a compartir con Filomena sus relatos de vida: las de Manuel Cruz, el exiliado antitrujillista y su vida de azares y secretos; las de Bienvenida Ricardo, la primera esposa del brigadier, enamorada perenne de su Jefe y, sin embargo, desterrada y sola antes las embestidas furiosas de María Martínez.
Una historia sobre otras historias, vidas sobre otras vidas. Y el misterio agazapado tras las sombras, activo y doliente. "No se deben perturbar las historias enterradas". Y en el relato de la escritora que entierra su oficio para lanzarse a lo desconocido, surgirán mujeres engañadas, como Perla que llega al asesinato pasional, y personajes secundarios que muestran las raíces de la novelista, regresando con sus mismas claves (familia, el ser dominicano, el habla criolla, haitianidad, romances...), con el mismo ritmo y el mismo cuidado de los detalles, casi como si fuese la última vez, o la primera, como el karma del adiós y el propio suspenso de la vida.
Esta novela de Julia Álvarez me parece que entronca con otra anterior suya, "¡Yo!" (1998), la narradora que se enfrenta a sus propios personajes. Sin la fuerza y la gravedad de sus otras narraciones, la novela obliga al lector a concluir su lectura para poder descifrar el trayecto sufriente de sus propias creaciones, desde "las turbulentas aguas del olvido", de esas historias que esperaron siempre ser contadas.
- EL CEMENTERIO DE LOS CUENTOS SIN CONTAR
Julia Álvarez, Harper Collins, 2024, 294 págs. Las historias olvidadas por los escritores nunca pueden abandonarse del todo. Ellas quieren contarse, ser escuchas o leídas, y por eso, regresan con su trascendencia propia y con toda su lucidez para concluir sus relatos de vida.
- CUANDO TÍA LOLA VINO DE VISITA A QUEDARSE
Julia Álvarez, Océano, 2001, 122 págs. Otra historia familiar, dominicanos en Vermont que reciben la visita de una pariente que rompe la estructura de vida del entorno con la alegría, y los brebajes, seductores de la dominicanidad que no sólo calan en la familia sino en todo el vecindario. Todos quisieran tener una tía como Lola.
- PARA SALVAR EL MUNDO
Julia Álvarez, Alfaguara, 2006, 550 págs. Romance, intriga, enfermedad y miseria, entrelazadas en una narración trepidante: la historia de Isabel Sendales, una mujer aguerrida del siglo XIX que batalla contra la viruela llevando la vacuna a las tierras de América. Alma (no Cruz, esta vez, sino Huebner) es la escritora que cuenta.
- DEVOLVER AL REMITENTE
Julia Álvarez, A Yearling Book, 2010, 355 págs. La migración como tema. Una familia mexicana en la pobreza y una familia norteamericana en la quiebra de su granja en Vermont. Se unen y recuperan granja y vida. Los que buscan acogida y los que acogen se entrelazan para traspasar fronteras.
- UNA BODA EN HAITÍ
Julia Álvarez, Penguin, 2013226 págs.Un relato auténtico. La narradora va en busca de la familia de su sirviente haitiano, Piti. Una aventura por las ruinas del Haití desolado y ahíto de temores y miserias. Una hermosa crónica de viaje en uno de los libros más impactantes de la autora.