La nueva procuradora
Yeni Berenice Reynoso y el desafío de la independencia real del Ministerio Público

Con el nombramiento de la nueva Procuradora General de la República se comprobó lo innecesario de modificar su método de designación. Entre lo sucedido en el Consejo Nacional de la Magistratura y la emisión de un decreto presidencial la diferencia fue de forma, pero en el fondo nada cambió. El Presidente escogió a discreción y sin ningún tipo de escrutinio a quien entendía debía ocupar esa posición dentro de su gabinete.
Lo que produjo la reforma constitucional del año pasado fue la inamovilidad por un periodo de dos años de ese alto cargo, pero eso pudo conseguirse en la legislación. En las áreas de políticas macroeconómicas y regulación financiera existen inamovilidades dispuestas por ley que son respetadas a plenitud por los gobernantes.
Que la designación recayera en la licenciada Yeni Berenice Reynoso tampoco sorprendió a nadie, pues era la sucesora natural. Es miembro de la carrera del ministerio público donde ascendió a base de sus méritos, disciplina y talentos, y es una profesional honesta y capacitada, conocedora del sistema penal dominicano, bien valorada por sus pares y por la comunidad jurídica en general. Pero no es independiente.
Al margen de todas sus virtudes y capacidades, la magistrada Reynoso se ganó su puesto jugando un rol fundamental en los expedientes de presunta corrupción que se encuentran en los tribunales en contra de relacionados y funcionarios de la última gestión de gobierno peledeista. Que sin entrar en valorar méritos penales o procesales, siempre tuvieron el objetivo evidente de destruir políticamente un partido y su líder. Y como decía mi abuelo Mingo: "amor con amor se paga".
Reynoso tiene ahora el reto de validar su perfil ante la sociedad y trabajar para fortalecer el Ministerio Público en la dirección de forjar su verdadera independencia. Lo que no se logra por repetirlo como mantra, o por enfilar ahora sus expedientes mastodónticos hacia gente del actual gobierno como forma de balancear la carga o resguardar de las miradas el refajo.
La real independencia del Ministerio Público pasa por completar y profundizar las reformas pendientes, lograr una autonomía presupuestaria que permita mejorar las precarias condiciones en que cientos de fiscales y fiscalizadores realizan sus labores a nivel nacional, fortalecer la carrera realizando evaluaciones y concursos y robustecer el respeto al escalafón produciendo ascensos y rotaciones privilegiando sólo la meritocracia.
Reynoso debe dejar los ímpetus y desenfrenos en el pasado de los estrados y refugiarse en la serenidad y mesura del despacho. Rescatar el sepultado principio de objetividad y desligarse del tribalismo, conviene escuchar y prestar atención a todas las partes y grupos de interés tanto dentro como fuera de la Procuraduría.
Es joven y acaba de acceder a una posición de mucho poder, lamentablemente la historia reciente muestra que esa puede resultar una mezcla muy peligrosa. Por tanto sus amigos, patrocinadores y todos quienes desean éxito a su gestión, deberían reducir los decibeles del aplauso y prescindir de esos dislates de llamarle dama de hierro y espada de acero de la justicia dominicana. Colaborarle con eso podría evitar futuros desquicios.