El efímero gobierno trinitario
La crisis de los trinitarios tras el golpe de Estado de 1844
Una vez destituidos los conservadores -a raíz del golpe de Estado del 9 de junio de 1844-, el partido trinitario, que ahora controlaba la Junta Central Gubernativa, debía proceder de manera drástica y contundente a fin de impedir cualquier reacción de sus adversarios por vía de las armas. Se imponía, por tanto, apresar a los principales cabecillas del sector conservador y, acto seguido, desterrarlos sin contemplaciones.
Al menos ese fue, en parte, el plan que los trinitarios intentaron infructuosamente llevar a cabo. Es más, entre los revolucionarios hubo quien, de acuerdo con el historiador Pedro Troncoso Sánchez, consideraba que de manera radical "a los traidores había que aplicarles el condigno castigo". Sin embargo, se sabe que los destituidos miembros de la Junta fueron advertidos en el sentido de que serían apresados; oportuna información que les permitió actuar con celeridad y ocultarse en el consulado francés.
Desperdiciada tan valiosa oportunidad para asestar un golpe fulminante al grupo conservador, entonces el próximo paso consistía en resolver la cuestión de la hegemonía militar del naciente Estado. La Junta Revolucionaria había designado a Duarte comandante de la plaza militar de Santo Domingo, que era la principal guarnición del bisoño ejército dominicano.
Por consiguiente, Duarte, junto con José Joaquín Puello y otros militares adeptos a la causa independentista, decidió introducir cambios en la estructura jerárquica del ejército que incluían la remoción del general Pedro Santana -brazo militar de los afrancesados-, de la jefatura del Ejército Expedicionario del Sur.
Hacía poco tiempo que, alegando motivos de salud, Santana había solicitado su relevo del cargo que ostentaba al frente del Ejército del Sur, pero la aprobación de dicha solicitud nunca se produjo debido a la poderosa influencia que el caudillo seibano ejercía tanto en el Este como en las filas del ejército. En efecto, su prestigio militar y económico era de tal magnitud, que los soldados bajo su mando lo consideraban indispensable y un jefe dotado de cualidades casi mesiánicas.
El audaz golpe del 9 de junio, el cual Saint Denys consideró que "en apariencia estaba dirigido contra Francia", fue un hecho político que por falta de información oportuna no contó con el respaldo de la mayoría de la población. Esa circunstancia, evidentemente, aceleró el fracaso definitivo del proyecto político de los trinitarios, quienes además carecían de los recursos económicos y militares necesarios para a un tiempo mantener pugnas internas y defender la soberanía nacional.
En el entretanto, el 15 de junio acaeció un episodio al parecer fortuito e intrascendente que tendría cierta incidencia en el desenlace de los hechos susbsiguientes al 18 Brumario dominicano: la repentina muerte de Ramón Santana, hermano gemelo de Pedro.
Con anterioridad a la proclamación de la independencia, Ramón simpatizaba con la causa trinitaria. Recuérdese que, en 1843, cuando Duarte visitó El Seybo para reclutar adeptos, fue con Ramón con quien se reunió y acordó lo relativo a la participación de los gemelos Santana y de la gente de la región este en la revolución.
Hay quienes conjeturan que, en cierto sentido, Ramón Santana fue un factor de equilibrio entre su hermano y los trinitarios. De manera que su inesperado deceso, además de haberle provocado a su hermano una honda depresión, eliminó del escenario político a la persona más idónea para intermediar entre Santana y los trinitarios, y al mismo tiempo conciliar los intereses de liberales y conservadores.