Las mujeres del 30 de mayo
El papel clave de las mujeres en la caída de Trujillo
Las siguientes notas proceden del libro Trujillo. El tiranicidio de 1961, y con ellas me propongo demostrar que durante el período en que Ramfis Trujillo dirigió la maquinaria infernal de la dictadura, desde el 31 de mayo hasta el 18 de noviembre, se desató una implacable ola de represión y terror sobre el colectivo que, sin distinción de género ni edad, llenó las cárceles de esposas y familiares de los conjurados que fueron sometidos a inenarrables sufrimientos:
La conspiración del 30 de mayo de 1961 estuvo integrada exclusivamente por hombres; sin embargo, junto a ellos, que no detrás, hubo un grupo de mujeres (madres, esposas, hijas, hermanas, novias o simplemente amigas) que primero les brindaron un inestimable apoyo moral y, después, como Simón de Cirene, llevaron sobre sus hombros, con admirable abnegación y valentía, la pesada cruz del sacrificio que conllevó perder a sus esposos, hijos, hermanos o amigos por haber librado a los dominicanos de tan cruel dictadura.
El asesinato de las hermanas Minerva, Patria y María Teresa Mirabal, en noviembre de 1960, fue uno de los sucesos que tuvo mayor impacto en la psiquis de las esposas de los conjurados del 30 de mayo. El horrendo crimen de las Mirabal, perpetrado por Trujillo y su cáfila de matones, fue otra demostración inequívoca de que no sólo los hombres combatían la dictadura, sino que también hubo muchas mujeres quienes, además de cumplir con sus deberes en el hogar y en la formación educacional de sus hijos, propugnaban y anhelaban el establecimiento de un régimen democrático.
Chana Díaz reveló que Juan Tomás Díaz quedó muy afectado por la forma inmisericorde en que Ramfis Trujillo hizo torturar y asesinar a los expedicionarios de junio de 1959, después que fueron capturados y trasladados a la Base Aérea de San Isidro. Según Olga Despradel, su marido, Pedro Livio Cedeño, lloró al enterarse de la trágica muerte de las Mirabal y que, cuando le preguntó por qué se había comprometido para matar a Trujillo, su respuesta fue: "Para que mis hijos vivan en un país libre". Hilda Tactuk, casada con Ernesto de la Maza, refirió que en una ocasión en que este y su hermano Antonio comentaban el crimen de las Mirabal, con visible semblante de ira reprimida, el segundo sentenció: "A esta fiera hay que acabarla de cualquier manera". A los hermanos De la Maza, la tragedia de las Mirabal les "dolió mucho, les dolió demasiado profundamente", señaló Hilda Tactuk.
Como puede comprobarse, a lo largo de la dictadura hubo muchas mujeres corajudas, quienes, al igual que las Mirabal, lucharon contra Trujillo. Algunas incluso se vieron obligadas a tomar el camino del exilio, mientras que otras permanecieron en el país, sufriendo en carne propia los desmanes de la tiranía y resistiendo en silencio, con valor verdaderamente espartano, el asesinato de sus compañeros, hijos, hermanos o amigos, como aconteció, para sólo mencionar tres casos, con las mujeres de las familias Bencosme, Perozo y Patiño que fueron casi exterminadas por Trujillo.
Después del 30 de mayo de 1961, casi todas las damas emparentadas con los conjurados fueron reducidas a prisión y sometidas a todo tipo de vejámenes. Primero, se les confinó en la temible cárcel de La 40, después en la de El 9 y, finalmente, en una casa campestre ubicada en el kilómetro 14 de la autopista Duarte.