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Para entender el pontificado de Francisco

Francisco, el Papa que nunca dejó de ser jesuita

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Para entender el pontificado de Francisco
Jorge Mario Bergoglio, antes de convertirse en el papa Francisco, fue un joven apasionado por la cultura, la literatura y el fútbol, que ocultó su vocación sacerdotal hasta que un encuentro en una iglesia lo llevó a decidirse por el sacerdocio jesuita. (FUENTE EXTERNA)

Jorge Mario Bergoglio ocultaba su vocación sacerdotal a su familia y a sus amigos. Era un joven, desde niño, inquieto, bromista, futbolero, indisciplinado, enamoradizo, amante de la ópera y la música clásica, experto en tango y milonga; amaba el cine de Fellini, de Visconti y de Passolini; y era un lector sin pausas de Edmondo De Amicis a Bertolt Brecht, de Verlaine a Baudelaire, de Hölderlin a Proust, de Borges a Eduardo Galeano, de Dashiell Hammett a Osvaldo Soriano. Un día, pasando frente al templo donde iba cada domingo a misa con sus padres, sintió el deseo de entrar y confesarse. Un sacerdote que no conocía lo atendió con cariño. Y fue este al que primero informó de su deseo de entrar al seminario. Con la oposición de su madre, decidió partir a la escuela del clero diocesano. Se había educado con los salesianos en la sede de los hijos de Don Bosco, en Turín, pero finalmente optó por ser jesuita.

Los carismas jesuíticos impregnaron su espíritu y constituyeron desde su vida como seminarista hasta los años de su pontificado, las claves de su plataforma de acción apostólica. "En todo, amar y servir", reza el lema de la Compañía de Jesús, y los elementos sustanciales de la filosofía de los jesuitas fueron los que le acompañaron en su ejercicio sacerdotal, hasta el día de su muerte: labor misionera, socorro a los presos y a los enfermos, defensa de los pobres, inculturación en sociedades con distintos modos y pensamientos de vida, religiosidad popular, apoyo a los migrantes, respeto a la ciencia, aproximación a la diversidad, protección del medioambiente, promoción de la paz y diálogo interreligioso. Y uno adicional, tan propio del carisma jesuítico: el pensar político. Toda misión pastoral en un jesuita está unida, de modo indisoluble, a la política. Un católico no puede prescindir nunca de ella, porque la política es una herramienta para la justicia. Ya siendo Papa, en un encuentro con miles de adolescentes en el aula Paulo VI del Vaticano uno de ellos le preguntó cómo actuar para construir una sociedad más justa y solidaria. Francisco le respondió que el camino era la política. Hacer política para promover el bien común, contrarrestando el mundo globalizado que tiene como centro el dinero.

Esas herramientas, que de alguna manera forman la base de la evangelización ignaciana, fueron las mismas que utilizó como jesuita raso, como provincial de los jesuitas en Argentina -apenas con 36 años-, como obispo y arzobispo de Buenos Aires, como cardenal y como Papa. Bergoglio y Francisco vivieron unidos con un sentido de coherencia impresionante. Y a esos fundamentos de su misión apostólica sirvió sin rodeos. Siempre fue directo en su pensamiento y en su acción. Nada de circunloquios. En algún momento, los jesuitas entraron en crisis, tanto en Argentina como en Latinoamérica. Bergoglio acusó a la Compañía de ser "pecadora", de vivir en un "mezquino esclerotizamiento", y de lanzarse al futuro con "indiscreto vanguardismo". La orden había sido fundada por san Ignacio de Loyola con un estilo de disciplina militar y con sentido combativo. Sacaron de la esclavitud a los indios de los sistemas esclavistas de la Corona. El rey Carlos III los expulsó de sus territorios. En Santo Domingo -lo explica el jesuita José Luis Sáez- sucedió igual. Los jesuitas continuaron en su misión. En el pasado reciente, la Teología de la Liberación y la Teología del Pueblo constituyeron signos de los tiempos. Algunos jesuitas eran partidarios de la lucha social, mientras otros entendían que no podían desviarse de su misión evangelizadora desde los tonos acostumbrados por siglos. Se produjo una escisión interna. En el caso de Argentina, explica Marcelo Larraquy, "en el sacudión que vivía el país frente a una dictadura fatigada y sin respuestas, la política penetró con fuerza adentro de la Compañía de Jesús". El debate se centraba en una teología con sentido político. Aparte de los "teólogos de la liberación" y los "teólogos del pueblo", surgieron los "teólogos conservadores" y los "sacerdotes tercermundistas". Había jesuitas que promovían el cambio social, los jesuitas descalzos de tradición conventual y los jesuitas preconciliares. Teológica e ideológicamente, los jesuitas estaban enfrentados. Fue Bergoglio el que disciplinó a la orden y el que puso fin a la división interna. Con astucia y moderación, afirma Larraquy, unió a los jesuitas y fue emergiendo como líder. Transmitió la convicción de que había que superar los conflictos "con la aceptación ignaciana de que el plan de Dios es más grande que ´mi´ proyecto".

Ejerció el arzobispado de Buenos Aires y el cardenalato, en medio de las dificultades políticas con la dictadura militar y posteriormente con el acoso y la indiferencia a sus planteamientos sociales y religiosos de la presidenta Cristina Fernández de Kirchner, que llegó a calificarlo de "anticristo".  Ella que es agnóstica. Bergoglio decidió retirarse de su ministerio. Preparaba sus bártulos para jubilarse. Tenía ya 76 años y había sobrepasado la edad reglamentaria para el retiro de los obispos. Reservó espacio en una casa para sacerdotes jubilados. Todos sus equipos de trabajo y sus pertenencias habían sido embalados, y sus papeles y anotaciones lanzados a la basura. Entonces, se conoció la renuncia, en febrero de 2013, de Benedicto XVI. Y fue llamado urgente a participar en el consistorio para la elección del nuevo pontífice. Arregló sus maletas de nuevo para partir a Roma, en un viaje que solo sería de ida.

Días antes del cónclave para elegir al nuevo jefe del gobierno eclesial, el cardenal Bergoglio fue invitado a una jornada de las Congregaciones Generales en el Aula Paulo VI. Se le pidió que diera un diagnóstico de la Iglesia Universal. Fue entonces cuando dijo, en las vísperas de su elección que en ese momento ignoraba que sucedería, que "la iglesia está llamada a salir de sí misma e ir hacia las periferias, no solo las geográficas, sino también las periferias existenciales...Cuando la iglesia no sale de sí misma para evangelizar deviene autorreferencial y entonces se enferma...Los males que, a lo largo del tiempo, se dan en las instituciones eclesiales tienen raíz de autorreferencialidad, una suerte de narcisismo teológico...El peor mal que puede sobrevenir a la Iglesia es vivir para darse gloria los unos a los otros...Hay dos imágenes de Iglesia: la Iglesia evangelizadora que sale de sí y la Iglesia mundana que vive en sí, de sí, para sí...Pensando en el próximo Papa: un hombre que, desde la contemplación de Jesucristo y desde la adoración a Jesucristo, ayude a la Iglesia a salir de sí hacia las periferias existenciales, que la ayude a ser la madre fecunda que vive de la dulce y confortadora alegría de evangelizar". Estaba comenzando la historia. El 13 de marzo de 2013, cuarenta años después de que fuera elegido Provincial Jesuita, Bergoglio fue electo Papa. El arzobispo de Buenos Aires que lo sustituyera en el cargo no ordenó sonar las campanas de la catedral de La Plata y la presidenta Kirchner le envió una "salutación helada".

Nadie debió asombrarse pues de todo lo que hizo Francisco para cambiar a la Iglesia y, particularmente, a la curia romana, a quien llamó, ya siendo Papa, de ser vaticano-céntrica, que "se olvida del mundo que le rodea, que es narcisista, con jefes adulados y malamente excitados por sus cortesanos. La corte es la lepra del Papado...y como no comparto esa visión haré lo posible por cambiarla". De ahí todos los enemigos que creó y las entidades religiosas que ignoraron su papado y lo odiaron.

El argentino Francisco, hijo de emigrantes italianos piamonteses, como buen hijo de Vaticano II, hizo el papado que exigían los "signos de los tiempos", frase que tomó prestada a Juan XXIII; hizo suya la calificación de Juan Pablo II sobre el "capitalismo salvaje"; se unió a Pablo VI en su misión de que "la curia romana no sea una burocracia, pretenciosa, apática, solo canonista y ritualista, palestra de escondidas ambiciones y sordos antagonismos"; y, contrario a Benedicto XVI, no huyó de los lobos renunciando, sino que enfrentó a esa curia desde un hotel de huéspedes sacerdotales donde instaló su pontificado, y no desde un palacio apostólico frío y alejado de la cotidianidad eclesial. Así estuvo hasta momentos antes de fenecer. Al pie del cañón. Como un auténtico jesuita. Fiel a sus carismas y a los temas centrales de su pontificado, que dejó a millones migrando hacia Roma para el jubileo de la esperanza y con los efectos de una sinodalidad sin precedentes en la historia de la milenaria iglesia. Fue como fue porque siempre fue así. Directo y coherente; espiritual y mariano; de discurso fuerte y crítico; de espíritu con un almacén de ideas de redención y de pura humanidad cristiana. "La suya es una voz que el mundo debe escuchar", dijo en su momento Barack Obama. Debiera seguir escuchándola.

LIBROS
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    Francisco, Penguin, febrero 2025, 342 págs. La autobiografía que escribiera con el apoyo del editor italiano Carlo Musso y que diera a conocer apenas dos meses antes de su muerte.
    ESPERANZA

    Francisco, Penguin, febrero 2025, 342 págs. La autobiografía que escribiera con el apoyo del editor italiano Carlo Musso y que diera a conocer apenas dos meses antes de su muerte.

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    Marcelo Larraquy, Debate, 2016, 471 págs. Cómo el Papa se transformó en el principal líder político global y cuál fue su estrategia para cambiar el mundo.
    CÓDIGO FRANCISCO

    Marcelo Larraquy, Debate, 2016, 471 págs. Cómo el Papa se transformó en el principal líder político global y cuál fue su estrategia para cambiar el mundo.

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    Papa Francisco, Librería Editrice Vaticana, 2013, 190 págs. El primer libro publicado por Bergoglio después de ser electo Papa. "Y ahora comenzamos este camino".
    SOLO EL AMOR NOS PUEDE SALVAR

    Papa Francisco, Librería Editrice Vaticana, 2013, 190 págs. El primer libro publicado por Bergoglio después de ser electo Papa. "Y ahora comenzamos este camino".

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    Francisco, Círculo de Lectores, 2016, 141 págs. Conversaciones con el periodista italiano Andrea Tornielli. El título anuncia su interés en escuchar y aproximarse a los renegados de la sociedad.
    EL NOMBRE DE DIOS ES MISERICORDIA

    Francisco, Círculo de Lectores, 2016, 141 págs. Conversaciones con el periodista italiano Andrea Tornielli. El título anuncia su interés en escuchar y aproximarse a los renegados de la sociedad.

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    Francisco, Ediciones MSC, 2015, 191 págs. La encíclica más popular de Francisco, de las cuatro que publicó, sobre el cuidado de la Casa Común, afectada por los daños ecológicos y medioambientales.
    LAUDATO SI´

    Francisco, Ediciones MSC, 2015, 191 págs. La encíclica más popular de Francisco, de las cuatro que publicó, sobre el cuidado de la Casa Común, afectada por los daños ecológicos y medioambientales.

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Escritor y gestor cultural. Escribe poesía, crónica literaria y ensayo. Le apasiona la lectura, la política, la música, el deporte y el estudio de la historia dominicana y universal.