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Pólvora poética de Abril

La poesía que desafió la metralla en Santo Domingo

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Pólvora poética de Abril
La noche del 30 de abril se celebró una emotiva y multitudinaria velada en el Archivo General de la Nación (AGN) para conmemorar el 60 aniversario de la Revolución de Abril de 1965, con la reimpresión del opúsculo Pueblo, Sangre y Canto. (FUENTE EXTERNA)

Noche memorable y mágica la del miércoles 30 de abril, con auditorio a pleno aforo en el vitalísimo AGN que encabeza con acierto el historiador Roberto Cassá. Convocada por la entidad anfitriona, Efemérides Patrias, la Biblioteca Nacional, la UASD, y la Fundación Juan Bosch, en el marco del 60 aniversario de abril del 65. A fin de presentar con recreación contextualizada la reimpresión facsimilar del opúsculo Pueblo Sangre y Canto, que editara en medio del fragor de la lucha constitucionalista el Frente Cultural. Un ente articulador de la palabra combativa, las voces del canto y la locución comprometida, el pincel y la brocha artillados en arte público, la fotografía testimonial, los espacios de la danza, el cine y el teatro.  Bajo la capitanía militante de Silvano Lora.

Me correspondió participar en esta jornada compartiendo la mesa de honor con la artista plástica Elsa Núñez, figura activa en los trabajos emprendidos desde 1962 por el grupo cultural Arte y Liberación en el cual militábamos y luego en la Zona Constitucionalista con el Frente Cultural. Elsa, conmovida, ofreció su testimonio dramático en esas lides, en medio de las cuales se registró la dolorosa pérdida de dos hermanos. Compañera de vida del actor y pintor Ángel Haché, ambos representaban una pareja emblemática en la escena cotidiana de la vetusta urbe, moviéndose en las aceras libertarias del eje vibrante de la calle El Conde, donde la laboriosa familia de Ángel operaba la tienda El Pensamiento, al lado del cine Santomé.

Nandy Rivas desplegó en esa mesa sus virtudes veteranas avaladas por décadas de labor fecunda en la mejor publicidad creativa y profesional del país, con campañas fundamentales (Somos un pueblo que canta, y Mi pueblo natal) y la producción musical coral para el Centenario de E. León Jimenes. Parte del cuerpo de bailes folklóricos que ensambló Casandra Damirón, se vinculó a la música y el canto como protagonista en la cohorte de artistas que descolló desde la plataforma renovadora de Rahintel y la Hora del Moro dominical animada por Rafael Solano. Integrando el memorable cuarteto vocal Los Solmeños -completado por mis primos los mellizos Horacio y Rafael Pichardo junto a Tito Saldaña.

En su intervención testimonial, Nandy se explayó en sus relaciones con el poeta, periodista y publicista Juan José Ayuso y un grupo de jóvenes congregados durante las jornadas de abril en el hogar de Alberto Perdomo en la Espaillat: el poeta Miguel Alfonseca, el actor Rubén Echavarría y el crítico de cine Armando Almánzar. Con este último Nandy realizaba tareas fraguadas desde el Edificio Copello -que acogía también al comando artístico- destinadas a proporcionar buen cine en las salas habilitadas para esos fines, en especial en los teatros Leonor y Santomé. Nuestro compañero de panel, aún inhábil en el manejo de armas, fue dotado de pistola al cinto para proyectar autoridad y asegurar el orden en las funciones, al exigirse a los asistentes que portaban armas largas dejarlas en resguardo antes de ingresar a la sala.

Los organizadores de este evento -realizado a iniciativa de la familia del poeta Ayuso, a la cabeza su viuda Delfa de los Santos, secundada por sus hijos Leticia y José Alejandro, quienes donaron al Archivo la biblioteca de más de tres mil volúmenes de Juan José junto a otros bienes culturales de valor histórico-, me solicitaron que presentara el opúsculo y contextualizara las circunstancias en que se produjo su primera edición en 1965, a manera de introducción de la actividad. Diez años antes, en 2015, en ocasión del 50 aniversario de los eventos del 65, había publicado en Diario Libre una serie de columnas alusivas a la temática: Poesía de abril, Ráfagas de abril, El fuego cultural de abril. En 2023 publiqué otra serie dedicada a desglosar la obra de René Fortunato Una Primavera para el Mundo. La Revolución Constitucionalista de 1965. Álbum 50 Aniversario, que presenté en la BNPHU.

En mi intervención del miércoles pasado, enfaticé que: "Abril del 65 no sólo fue la batalla del Puente Duarte, el asalto a la Fortaleza Ozama, los duros combates en los barrios de la zona norte bajo la Operación Limpieza ejecutada por el CEFA, la fallida reconquista del Palacio Nacional en la que cayeran Fernández Domínguez, Juan Miguel Román e Ilio Capozzi, la fiera lucha de los comandos durante los días 15 y 16 de junio que costara el sacrificio a André Riviere y Jacques Viau.

Fue también la tenaz actuación de un cuerpo de locutores como Luis Acosta Tejeda ("Un día más, dominicanos"), Lora Quezada, López Brache, Núñez Fernández, Báez Asunción, Luis Armando Asunción, Pedro Pérez Vargas, Ercilio Veloz. Reforzados por los queridísimos Fernando Casado, Iván García, Juan José Ayuso, Miguel Alfonseca, Martha Jane, conducidos por Franklin Domínguez y con intervenciones orientadoras de Peña Gómez, que mantuvo en alto la moral a través de las ondas hertzianas. Ni hablar del magnífico himno fraguado por Aníbal de Peña que galvanizaba el ánimo situándolo en perspectiva histórica, con el auxilio vocal de los Solmeños.

Igual fue la poesía, la narrativa, el teatro, la plástica plasmada en creaciones murales, telas y cartelones alusivos a la lucha que se libraba, desplegados en bocacalles y en manifestaciones multitudinarias, así como en exposiciones colectivas -Oviedo, Norberto Santana, Ramírez Conde, Silvano Lora, José Cestero, Asdrúbal Domínguez, Toribio, Elsa Núñez, Bidó, Ada Balcácer, Leopoldo Pérez (Lepe). Que jugaron un rol movilizador de voluntades, uniendo a varias generaciones en el Frente Cultural.

En esos días del 65, no fue en nada tardo el poeta Abelardo -como lo parodiara Manuel Rueda en su obra Con el tambor de las islas. Más bien fue oportuno como ninguno, en eso de dibujar metáforas eficaces que levantaran el espíritu combativo de los constitucionalistas. Su Canto a Santo Domingo Vertical vertebró las imágenes necesarias para artillar la resistencia de un puñado de valientes ante un invasor mega superior en poderío bélico. Y lo construyó -este poeta con máuser militante del PSP- desde el hondón de un amor entrañable a la ciudad del Ozama, la urbe varias veces centenaria cuyas cuadras más antiguas se hallaban cercadas.

Con lenguaje persuasivo, de reconvención casi amistosa ("Yanqui, vuelve a tu casa/ que Santo Domingo tiene más ganas de morirse/ que de verse a tus plantas"), este poeta combatiente sintetizó el sentido patriótico de la gesta. Y todavía tuvo tiempo para anidar, en medio de la refriega, el enlace germinal con la amada, en franca gestación de polen.

Hice amistad con Abelardo Vicioso, un virtuoso ciudadano no dado a la fanfarria, poeta de la generación del 48, abogado, ex militar, diplomático fugaz bajo Trujillo, exiliado, profesor y decano de Humanidades de la UASD. Cuando salí hacia a Chile en 1966, en la mochila de imperdibles dominicanos viajó el poema de Papo, como cariñosamente le llamaban sus amigos. Sus versos me martillaban la memoria y fluían briosos en el descanso de parques forestales y en las caletas de pescadores en el Pacífico lejano. Estimulado por su cadencia risueña.

La última vez que nos vimos le recité al poeta su creación abrileña memorizada, al coincidir en el Palacio Nacional, donde laboró en el despacho del presidente Fernández en su primer mandato. Y no pudo contener las lágrimas, tocado por el ángel de la nostalgia. Canto a Santo Domingo Vertical figura en Pueblo, Sangre y Canto, el opúsculo publicado durante la contienda bélica que hoy nos convoca su reedición por el AGN, al igual que su Canto de amor a la ciudad herida ("La ciudad no se asoma ya más a las vidrieras/ ni habla sobre beisbol en las cafeterías. / La ciudad está herida por los cuatro costados.").

Es la ciudad corporizada como un actor viviente y combatiente. Sus versos iniciales rezan: "Ciudad que ha sido armada para ganar la gloria, / Santo Domingo, digna fortaleza del alba. / Hoy moran en mi alma todas las alegrías/ al presenciar tus calles conmovidas y claras, / el rostro erguido y bronca la voz de tu trinchera:/ ¡Yanqui, vuelve a tu casa! 

El grande poeta que fuera Pedro Mir produjo el poema Ni un paso atrás. Remedo en su título del famoso No pasarán antifascista enarbolado por la Pasionaria en la defensa de Madrid durante la guerra civil española. René del Risco, una de las voces más potentes de su generación que dominaba el verso, la narrativa y la creatividad publicitaria, compuso en el fragor de abril su Oda gris por el soldado invasor.

La muerte a los 23 años del poeta y combatiente haitiano Jacques Viau -a quien conocí en el Liceo Juan Pablo Duarte, hijo de mi profesor de francés Alfred Viau, miembro de Arte y Liberación- durante los ataques de los norteamericanos del 15 de junio, originó un funeral binacional con la presencia de los líderes militares constitucionalistas, combatientes haitianos y camaradas de ideales del poeta. Miguel Alfonseca produjo la crónica Funeral del Poeta Combatiente y un Responso para Jacques Viau. Pedro Caro desplegó Habrá una isla un día y Diógenes Céspedes, Homenaje fúnebre para Jacques Viau. Ayuso trazó las líneas de su magnífico Canto a Jacques y a los otros, cuyos primeros versos rezan:

"Pasa Jacques Viau montado en una estrella/ junto a los helicópteros por el cielo invadido./ Cruza Jacques Viau montado en una estrella/ el cielo de su Patria hacia el Oriente/ llegando de su Patria en Occidente./ Junto a Jacques van también los otros conocidos,/ los otros ignorados./ Junto a Jacques un tropel de jinetes/ sobre estrellas criollas,/ sobre estrellas haitianas,/ y españolas,/ sobre estrellas francesas/ e italianas./ Un tropel de jinetes/ entre los helicópteros por el cielo invadido."

La poesía tuvo otros logros con Hemos llegado a un punto, de Avilés Blonda, y Tercera Oda a Walt Whitman, de Ramón Francisco. Versos disparados al calor de aquella gesta que esparció su pólvora por los aires." Para el cierre vibrante en mérito a la velada conmemorativa, la voz espléndida y la actuación superba del fraterno René Alfonso, trasladó al auditorio conmovido la magia dominante de los versos raigales de los poetas Mir, del Risco y Ayuso. Declamados en su sonoridad precisa y justa. ¡Sencillamente magistral!

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José del Castillo Pichardo, ensayista e historiador. Escribe sobre historia económica y cultural, elecciones, política y migraciones. Académico y consultor. Un contertulio que conversa con el tiempo.