Me preocupa envejecer
Del nacimiento a la muerte, la verdad incómoda que nadie quiere enfrentar

En los 26 años que llevo habitando esta vida, he notado algunas cosas, y una lección que ha calado hondo es que, incluso cuando tenemos plena conciencia de algo, no significa que no nos asuste.
Desde pequeños nos enseñan que el ciclo biológico de los seres vivos es nacer, crecer, reproducirse y morir. Pero, en la práctica, dudo que estemos realmente preparados para enfrentar lo que cada uno de estos procesos implica.
Nacer es existir: un misterio que durante siglos ha sido el centro de la filosofía y la espiritualidad. Crecer es una revolución interna constante; todo en nosotros se transforma: sentidos, cuerpo, emociones... Es un lapso en el que el cambio es la norma, no la excepción.
Reproducirse garantiza la continuidad de la especie. Aunque hoy se debate si es un deber universal, es innegable que el cuerpo responde positivamente a ello y, por qué no decirlo, intentarlo siempre es divertido.
Finalmente, encontramos la muerte. Romantizada o no, es un umbral inevitable, precedido por una antesala plagada de signos que nos recuerdan el paso del tiempo, la vejez.
La senescencia, con sus silenciosos estragos, nos despoja poco a poco de lo que tanto hemos cultivado. Resulta desconcertante pensar que, tras una vida entera desarrollando nuestra mente y espíritu, al final de nuestros días lleguemos a conocer una de nuestras versiones más vulnerables.
Tal vez porque es algo natural, terminamos por ignorar lo que verdaderamente significa. O lo olvidamos.
He visto envejecer a personas muy cercanas, algunas de forma prematura, otras siguiendo el curso natural de los años, y debo decirlo con franqueza: es una experiencia profundamente dolorosa. Presenciar la transformación de quienes amamos, cuando la vitalidad comienza a extinguirse, deja cicatrices.
Tal vez sea una cuestión de linaje, o de sensibilidad heredada, pero la vejez me aterra. Lo digo sin dramatismo, con humildad, y sospecho que no soy el único.
Quizá otros lo vivan con menos ansiedad, pero si uno lo piensa bien, toda la vida parece estar diseñada para que gocemos la juventud y nos resignemos con el paso del tiempo. Las actividades que amamos, los vínculos que creamos, la energía que sentimos... todo eso, inevitablemente, se transformará en recuerdos.
No quiero que estas palabras resulten desalentadoras. No es mi intención. Hablo desde una preocupación genuina que forma parte de mí. Incluso me cuestioné si era prudente compartir algo tan íntimo en mi primera columna para un periódico de la talla de Diario Libre.
Mi más sincero deseo es que esta reflexión sirva para sembrar una idea importante: "No dejemos para mañana lo que podemos vivir hoy".
Vivan, sientan, amen sin medida. Bailen, lloren, viajen, abracen, aprendan, equivóquense, arriesguense. No podemos pasar por esta vida esperando la "mejor" oportunidad, porque con cada amanecer tenemos el regalo de disfrutar de quienes somos.
Y como no quiero dejarles solo con la filosofía de este artículo, me gustaría recordarles algunas recomendaciones que pueden ayudarnos a envejecer de la mejor forma posible, cortesía de la inteligencia artificial:
- Mantente activo: haz ejercicio moderado con regularidad (caminar, nadar, estirarte).
- Alimenta tu cuerpo: come frutas, verduras, proteínas y evita los excesos.
- Hidrátate bien: bebe suficiente agua todos los días.
- Duerme bien: procura descansar entre 7 y 8 horas por noche.
- Cuida tu mente: lee, juega, aprende cosas nuevas.
- Socializa: conversa, ríe, mantén cerca a tus seres queridos.
- Gestiona el estrés: respira profundo, medita, haz yoga si te funciona.
- Evita malos hábitos: no fumes, limita el alcohol.
- Hazte chequeos médicos: revisa tu salud con regularidad.
- Disfruta la vida: haz lo que amas y mantén una actitud positiva.