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Pepe Mujica

José Mujica, el presidente pobre que fue ídolo mundial

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Pepe Mujica
Mujica fue presidente de Uruguay entre 2010 y 2015, convirtiéndose en símbolo global de austeridad, sabiduría y ética política. (ELABORACIÓN PROPIA)

El 1 de agosto de 1963 se produjo un asalto al Club de Tiro Suizo en una ciudad uruguaya llamada Nueva Helvecia, distante 120 kilómetros de la capital Montevideo. Aquel hecho fue la presentación en sociedad del Movimiento de Liberación Nacional (MLN), cuyos miembros tardarían unos años para ser conocidos como los Tupamaros, nombre derivado del indígena que encabezó en el Virreinato del Perú, en 1780, la sublevación contra las fuerzas españolas, Túpac Amaru II, cuyo nombre castellano era José Gabriel Condorcanqui.

El fundador del grupo, que llegó a tener mil militantes en la guerrilla urbana, fue Raúl Sendic, pero cuando ocurre esa primera acción terrorista, todavía no tenían nombre. Eso viene a ocurrir dos años después, en 1965, cuando diversos enclaves de la extrema izquierda -socialistas, maoístas, anarquistas, guevaristas y nacionalistas- deciden organizar mejor a sus cuadros y le dan el nombre de MLN, al tiempo que en nuevas acciones distribuyen volantes atribuyendo las mismas a los "tupamaros", como terminaron identificándose. Para entonces, habían reunido las armas y los recursos económicos que requerían para sus operativos, y los golpes que produjeron con sus asaltos impactaron en un país como Uruguay, con apenas entonces dos millones, 500 mil habitantes. Todavía hoy, según los datos arrojados por un censo realizado en 2023, Uruguay tiene 3.499.451 habitantes, siendo el país más pequeño de Sudamérica, solo por encima de Surinam.

La época en que surgen los Tupamaros, comenzaba a mostrar en Uruguay intensas desigualdades sociales, una severa crisis económica y una situación política muy tensa. El gobierno era dirigido por el general Óscar Gestido, del Partido Colorado. Antes de que se identificaran, los tupamaros realizaron otras acciones que terminaron creando una convulsión social, económica y política en dicho país, aparte de crearse un clima de inseguridad al que no estaban acostumbrados los habitantes de una nación cuya gente es de temperamento apacible, con un ambiente casi bucólico, y una tendencia a la vida alejada de jolgorios y festejos, salvo cuando la identidad sale a flote y la tradición obliga al candombe, el pericón y la milonga. Los golpes de efecto de los tupamaros se acentúan en 1964 y 1965, cuando ejecutan asaltos para robar material explosivo en canteras, que utilizan para atacar empresas como Coca Cola, compañías navieras, emisoras radiales, embajadas, y en la compañía Bayer, que es cuando por primera vez pregonan la reivindicación del suceso. Una de sus más célebres acciones, ya iniciando los setenta, fue el secuestro y posterior asesinato del agente norteamericano que asesoraba en materia de seguridad a los gobiernos de América Latina, Dan Mitrione, y quien tenía su principal base de operaciones en Uruguay.

Los tupamaros siguieron liderando la insurgencia urbana hasta 1972 cuando fueron derrotados militarmente y toda su alta dirigencia fue apresada y destinada a calabozos sin ningún contacto exterior y con múltiples limitaciones. El presidente Juan María Bordaberry ordenó a las Fuerzas Armadas terminar con el grupo de guerrilla urbana, a cualquier costo y en breve tiempo, pero las Fuerzas Armadas tomaron tan en serio las instrucciones que produjeron un golpe de estado, se hicieron con el control del país, disolvieron el congreso, prohibieron los partidos políticos, ilegalizaron las federaciones estudiantiles y cerraron todos los sindicatos. Los nueve principales dirigentes tupamaros fueron llevados a prisión en 1973 y quedaron confinados durante 12 años hasta el fin de la dictadura militar en 1985. Entre ellos estaba José Alberto Mujica Cordano, Pepe, para entonces con 38 años de edad, y quien antes vivía de la siembra de flores que vendía en los mercados de la ciudad.

Cuando los tupamaros salieron del largo presidio, optaron por integrarse políticamente bajo otra visión -siempre fueron marxistas ortodoxos-, incorporándose al Frente Amplio (FA), un partido de centro izquierda. Se dividieron entonces en diversos grupos, el principal, el denominado Espacio 609, que terminó siendo el sector más votado en las elecciones internas del FA. En 2004, el Frente Amplio gana las elecciones con su líder Tabaré Vásquez como presidente de la república. Los resultados electorales constituyeron un cambio radical en la historia política uruguaya, porque se terminó con el bipartidismo del Partido Colorado y del Partido Nacional que se habían repartido el poder desde 1830. El grupo Espacio 609, integrado a la coalición ganadora del Frente Amplio, inicia una nueva etapa, y entre sus dirigentes José Mujica, quien desde 1989 había sido diputado y senador, es designado ministro de Ganadería, Agricultura y Pesca.

A partir del 2008, Pepe, como le llaman todos en Uruguay, alentado por sus partidarios comenzó a presentarse como opción presidencial. Dos años después fue electo presidente de la república, cargo que desempeñó hasta 2015.  Ya, para entonces, se había convertido en el líder del Frente Amplio con su propio órgano político, el Movimiento de Participación Popular, que era el mayoritario de la coalición. Después de dirigir el gobierno, fue electo senador en dos ocasiones, 2014 y 2019, hasta su retiro de la política en 2020, cinco años antes de su muerte.

Pepe Mujica se convirtió en un oráculo, un viejo sabio que consultaban y escuchaban los políticos uruguayos y los de otras partes del mundo, y aun gente común que viajaba a Uruguay para llegar hasta Rincón del Cerro, en la zona rural de Montevideo, donde vivía con su esposa, Lucía Topolanzky, en un casa modesta, rodeada de huertos y flores, y en cuyo amplio patio había un banco reciclado con tapas de refrescos que fue conocido mundialmente porque allí sentó al rey Juan Carlos para explicarle, como cuenta Darío Klein, las "razones de su desgracia por nacer rey". Un pensador iconoclasta, que no renegó nunca de su ateísmo ni del socialismo ni de la utopía, pero que puso distancia de los formatos de gobierno que se dicen socialistas, dejando clara su oposición al estatismo porque "la historia la cambian los colectivos" y no los "grandes hombres", afirmando además que "una sociedad pobre, intelectualmente sometida y sin una alta capacitación, no puede plantearse la construcción de una sociedad superior". Su visión histórica, lo repitió muchas veces, seguía siendo de carácter socialista, porque "la utopía es la manera antropológica de vivir del hombre", pero admitió como fracasos los "caminos utópicos que hemos ensayado para llegar". A pesar de su ateísmo, afirmaba que había que respetar todas las religiones, comenzando por la católica, porque "tenemos dos cosas comunes: el castellano y la Iglesia católica, en la construcción de nuestra cultura". Combatió al gobierno venezolano por haber convertido "el chavismo en una religión". El ex guerrillero marxista, que se hizo demócrata ejemplar, dijo haberse sentido conmovido cuando joven, al escuchar decir a Fidel Castro que era preferible que se hundiera la isla antes que perder la dignidad. Lo reprochó, muchos años después, diciéndole: "¡No, querido, no, no seas malo, que no se hunda nada! Aunque haya que andar un poco de rodillas, no importa: lo primero es salvar la vida".

El presidente más pobre del mundo y, en su momento, el más popular, murió enfrentando las equivocaciones de sus compañeros del campo socialista y planteando fórmulas, desde su óptica muy personal, para redirigir la humanidad hacia nuevos caminos de desarrollo y de autogestión. Pepe Mujica creía que el deterioro de los países socialistas había sido provocado justamente por la falla gestionaria. Tenían buena capacidad gerencial para la propaganda y los eslóganes y las falsas estadísticas, pero no para gestionar gobiernos. Se hizo ídolo de millones en su pequeño país, fue seguramente odiado por muchos compañeros ideológicos, y murió -terco y confiado- creyendo que el objetivo del hombre no es el sacrificio sino la felicidad. "Ser feliz, liviano de equipaje, y darle contenido a esa gran aventura que es la vida". Y así se fue: sin fortuna económica, sin servicio doméstico, con un solo guardia de espaldero, sin aparatos de confort como lavavajillas o secarropa, acompañado de varios perros, gatos y gallinas, y  en especial con Manuela, una firulais que encontró por los caminos con solo tres patas y que lo acompañó, como Lucía, hasta el final, advirtiendo a todo el mundo que estaba muriendo, que le quedaba poco por vivir, pero que se iba feliz porque creía que, algún día, en el mundo iba a primar la felicidad.

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Escritor y gestor cultural. Escribe poesía, crónica literaria y ensayo. Le apasiona la lectura, la política, la música, el deporte y el estudio de la historia dominicana y universal.