Se mueve, pero poco
Intrant y su plan fallido, más burocracia que soluciones para el caos vial
Se sabe lo del empedrado camino hacia el infierno, por eso no bastan las buenas intenciones cuando de definir y aplicar políticas públicas se trata. De ahí que no se duden que el objetivo del Instituto Nacional de Tránsito Transporte Terrestre con el plan RD se Mueve es impactar positivamente el mayúsculo problema del tránsito que padece el Gran Santo Domingo, pero por sus carencias, lo poco que propone y su escasa difusión, los resultados finales lucen muy poco auspiciosos.
De entrada no centra su atención en la imperiosa necesidad de hacer cumplir la Ley de Movilidad, Transporte Terrestre, Tránsito y Seguridad Vial, en cuya flagrante y constante violación radica la enorme mayoría de los problemas y peligros que padecemos al transitar calles, avenidas y carreteras. Ocho años después de su promulgación aun es básicamente letra muerta, e incluso se han agravado los problemas que pretendía corregir.
De igual forma ignora en todas sus fases establecer algún tipo de control, ordenamiento y fiscalización para los motoristas. Y plantear soluciones para viabilizar el tránsito sin abordar esas plagas que andan como caprinos sueltos en una sábana, es desconocer algo tan básico en los estudios conductuales como la teoría de las ventanas rotas. Porque sin abordar el evidente desorden que proyectan los motorizados, es absolutamente imposible pretender tan siquiera mitigar el caos en el tránsito.
El plan tampoco contempla un sólo peso para inversión en elevados, pasos a desnivel, trenes o teleféricos. Pero es que ni siquiera se destinan fondos para pequeñas intervenciones puntuales como la habilitación de retornos y el bloqueo o apertura de accesos o salidas de túneles y elevados.
A su vez lo que propone es de limitado alcance. Como las disposiciones de prohibir giros a la izquierda en algunas intersecciones, que como están diseñadas todo indica que no harán otra cosa que trasladar los problemas de una esquina a otra, incluso agravándolo en la mayoría de los casos. Cuando lo que deben hacer es implementar los pares viales en la parte central del Distrito Nacional, unas medidas que desde hace al menos más dos décadas estan avaladas por estudios rigurosos, y que no se aplican debido a la cobardía y falta de determinación de las autoridades.
Los cambios en los horarios de los empleados públicos lucen adecuados para las áreas e instituciones que brindan servicio a los ciudadanos. Pero para las demás oficinas debieron aplicarlo en la dirección contraria, que sus horarios comenzaran de las nueve en adelante.
Retoman el programa Parquéate Bien, pero con cero promoción y menos zonas impactadas. Y toda la tecnología anunciada como las redes semafóricas inteligentes, cámaras de vigilancia y el uso de aplicaciones como Google Maps y Waze sirven de poco mientras las intersecciones son dirigidas por agentes de tránsito que sustituyen semáforos sin razón alguna o para dar paso a funcionarios sin categoría para recibir esos privilegios.
En fin que ese nuevo plan, si llega a moverse, parece que será muy poco. Una pena, porque entre inacciones, planes fracasados y escándalos, este caótico tránsito que nos ahoga, está cada día peor.