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Declaración de intenciones

Magín Díaz y el retorno de la reforma fiscal pendiente

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Declaración de intenciones
Fiscalidad con visión: el desafío de Magín Díaz en Hacienda. (FUENTE EXTER)

La designación de Magín Díaz como ministro de Hacienda no sólo habla muy bien del presidente Abinader y su condición de estadista dispuesto a recurrir a los mejores recursos humanos disponibles para servir al país, al margen de vinculaciones políticas o afectos personales; es además una manifiesta declaración de intenciones del Ejecutivo en la dirección de reanudar la discusión sobre la implementación de una reestructuración tributaria

La propuesta del pasado año no fracasó por falta de consenso sobre su necesidad, si no por la manera en que se formuló y se presentó. Todos los actores políticos y económicos de esta sociedad coinciden en que era tan necesaria entonces como ahora, incluso probablemente lo sea aún más en la actual coyuntura de grandes incertidumbres y volatilidades en el entorno internacional.

Cuando se vio obligado a retirar su propuesta, el Presidente tomó la decisión de descartar otro intento de reforma y procurar paliativos fiscales que le permitieran terminar su periodo con un mínimo de realizaciones, sin afectar la estabilidad de la economia ni disparar el déficit. Algo que seis meses después se comprobó como imposible. La precaria realidad fiscal que prevalecía a finales del pasado año se encuentra intacta, y con tendencia a empeorar.

El Gobierno no gasta siquiera el escuálido dos por ciento del PIB destinado en el Presupuesto para la inversión en obras e infraestructuras. Al cierre del primer semestre apenas alcanzaba cero punto ocho, y la economia comienza a presentar síntomas de una ralentización preocupante. La Autoridad Financiera y Monetaria ha tirado de experiencia y desplegado todo el manual de medidas para empujar una reactivación, pero su alcance es limitado, sólo puede intervenir hasta un punto.

De ahí la encrucijada del presidente y su equipo, si no quieren terminar el periodo lidiando con los problemas asociados a una economia estancada o en contracción, deben retomar el camino de aumentar los ingresos del fisco. Pero ese proceso no podrían liderarlo quienes fracasaron con tanto estrepito hace apenas unos meses.

La llegada de Díaz a Hacienda fue saludada por los principales agentes económicos, pero se supone que no es sólo un reconocimiento a sus capacidades técnicas, sino porque también entienden que bajo su liderazgo se reiniciarán las conversaciones para alcanzar la necesaria reforma fiscal.

Desde las gradas Magín viene advirtiendo sobre los peligros de una economia que crece sin los debidos ajustes, con un gasto publico sostenido en deuda y cada vez más restringido, de peor calidad y con menor inversión. Y fue un crítico del proyecto que fracasó, señalando que en adición a errores de diseño, el mismo careció de dialogo, gradualidad y mejoras en la administración tributaria.

Ahora que le corresponde jugar un rol protagónico en la gestión gubernamental, es de esperar que sus acciones hablen tan claro como sus palabras. Y que en los próximos meses, con la lección aprendida y el liderazgo adecuado, el Gobierno reemprenda un nuevo proyecto de reforma fiscal. En esta ocasión con visión de largo plazo, sostenible, socialmente justo y basado en un diálogo amplio con todos los sectores.

A fin de cuentas, eso era que lo proponía Magí
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