Ni una momia, ni un robot: Hablemos de consentimiento sexual
¿El matrimonio es una licencia para el sexo?

"Cuando la gente se casa es para tener relaciones sexuales". Para muchos causa risa, para otros indignante. Lo cierto es que las declaraciones de la diputada Altagracia de los Santos han vuelto a poner sobre la mesa el debate en torno al consentimiento sexual dentro del matrimonio.
La legisladora del PRM, representante de la circunscripción 3 de Santo Domingo, se levantó con vehemencia en su turno del pasado miércoles por la noche. Un entusiasmo que rápidamente se transformó en intolerancia al defender la necesidad de revisar el artículo 135 del proyecto de Código Penal, pues, a su entender, el sexo en una relación de pareja está implícito.
"Cuando la gente se casa es para tener relaciones sexuales... Nadie se casa con una momia ni con un robot. Eso hay que chequearlo, señores...", ¡Vaya perla!.
De los Santos habló como si hubiese descubierto el agua tibia, pero el trasfondo de su mensaje parecía más orientado a una preocupación: que las mujeres usen ese artículo como arma legal "cuando amanezcan amargadas con su marido" y lo sometan a la justicia.
Para una psicóloga clínica, certificada como terapeuta sexual, según su biografía, que además se autodefine como "sexóloga", resulta vergonzoso no distinguir correctamente entre una relación sexual consensuada y una que no lo es.
El matrimonio no da el consentimiento para las relaciones sexuales, las personas sí, y el consentimiento sexual no es absoluto, sino puntual, y puede ser revocado en cualquier momento.
Si una persona (hombre o mujer) no se siente libre, segura o respetada, no se puede hablar de consentimiento, aunque exista un vínculo marital. De hecho, esa situación puede constituir una agresión o incluso una violación sexual.
El artículo en cuestión establece lo siguiente:
"Quien, en una relación de pareja, incurra en una actividad sexual no consentida, será sancionado con pena de cuatro a diez años de prisión mayor y multa de diez a veinte salarios mínimos del sector público, en los casos siguientes:
1) Si ha empleado violencia física o anulado la voluntad de la víctima o su capacidad de resistir mediante el uso o suministro de narcóticos, sustancias psicotrópicas o cualquier medio que produzca tales efectos.
2) Si ha obligado a la pareja a involucrarse o participar en una relación sexual no deseada con una o más personas, por los medios descritos anteriormente."
¿Y cómo puede estar tan confuso algo tan claro?, ¿Puede un esposo embriagar a su esposa para forzarla a tener relaciones?, ¿Se puede golpear a alguien para llevarlo al lecho conyugal? Que el fanatismo no nuble el sentido común.
No me gusta comparar tragedias ni jerarquizar traumas, pero no puedo imaginar lo indignante y repulsivo que debe ser que la persona a la que se le juró amor eterno viole a su pareja sin el menor remordimiento, y que esta, además, esté obligada a mantener una vida en común, compartir un hogar y criar hijos. ¿Quién puede actuar con tanta bajeza y esperar que eso se considere normal?
Para recordarles un detallito, en 2013 la encuesta Endesa reportó que el 5 % de las mujeres de 15 a 49 años casadas o unidas, aseguró ser víctimas de violencia sexual a manos de sus parejas... ¡Sabrá Dios por dónde estamos ahora!, pero no creo que sea mejor al ver estos planteamientos en la sede del primer poder del Estado.
Es cierto que el matrimonio tiene implícita la intimidad sexual, pero el consentimiento tiene que ver con la voluntad.
Hay que decir que el "no" a veces puede presentarse de forma ambigua en la cama, también puede ser parte de una dinámica que se empiece sin ganas y se termine con el mayor de los deseos. Pero si una persona adulta —con quien decidimos compartir la vida— no entiende estas diferencias, entonces sí, ¡ESO HAY QUE REVISARLO!.
Puedo conceder que la preocupación de la "sexóloga" sobre el uso malicioso de esta prerrogativa para manipular, chantajear o acusar falsamente no es del todo descabellada. Pero esa posibilidad existe en todas las sanciones legales: siempre habrá denuncias falsas y por eso se investiga.
Me causa mucha curiosidad saber qué clase de mujeres y hombres conoce la diputada para tener que preocuparse por casos tan extremos. Porque, consejo de alguien que no es terapeuta de parejas: si debes temer que tu pareja te viole, mejor aléjate.
Así como no es justo que alguien sea falsamente acusado, tampoco lo sería que una persona víctima de una violación no tenga herramientas legales adecuadas para defenderse.
No queremos momias, ni robots, pero tampoco violaciones