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La historia, el pasado y la memoria

La Historia no es una verdad, es una interpretación

He aquí tres palabras, imbricadas casi de manera indisoluble, cuyos significados difieren conceptualmente. La Historia es concebida como la disciplina que permite indagar sobre los hechos acontecidos, los describe y los explica, al tiempo que  proporciona modelos para comprender  la dinámica interna de los hechos y su repercusión en la sociedad.

Raymond Aaron, en Lecciones sobre la historia (1996), se refirió a la dualidad semántica que exhibe el vocablo Historia en diversas lenguas. "Los ingleses utilizan el término history, pero emplean asimismo el de story; lo cual nos daría, si quisiéramos enunciar una definición de la historia, la aseveración siguiente: history is the story of the dead told by the living, o sea, la historia es el relato o la historia de los muertos narrada por los vivos. Los alemanes diferencian entre Geschichte e Historie; la palabra Geschichte designa tanto la realidad como el conocimiento que adquirimos de ella; el vocablo Historie, tan solo el conocimiento o la manera de reconstruir, relatar o de escribir lo que ha acontecido".

"En Francia -prosiguió Aaron-, podemos en rigor utilizar la palabra historiographie, que designa la manera en que escribimos la historia, para oponerla al término ambiguo de historia; pero en realidad en la mayoría de los libros consagrados a la teoría de la historia o a la metodología de la historia, la palabra historia se utiliza alternativamente, y a veces sin diferenciación clara, tanto para designar el fenómeno subjetivo del conocimiento histórico como el fenómeno que se supone objetivo u objetivado".

En español, en cambio, hay quienes advierten tres significados diferentes del vocablo Historia: cuanto ha sucedido y ya no existe; la narración o discurso escrito de lo que ya no es; y el conocimiento adquirido sobre esos hechos.

El pasado, por su parte, de entre las tres dimensiones clásicas del tiempo (el pasado, el presente y el futuro) es todo cuanto ha acaecido o sucedido. No existe y por tanto solo podemos acceder a él parcialmente, nunca a su totalidad, a través del discurso escrito de los historiadores. Así, la imagen que tenemos del pasado y a la cual accedemos gracias a diversas representaciones históricas, no es el pasado en sí mismo, sino más bien -como consignó Hayden White- una manera de aproximación al conocimiento de ciertos hechos históricos. 

Para acometer con éxito su labor heurística y hermenéutica, los historiadores fundamentan sus investigaciones sobre diversas fuentes fiables. Sin embargo, al momento de reunir la evidencia empírica gracias a la cual podrán reconstruir determinados  acontecimientos, no les será posible trabajar con toda la información existente, razón por la cual tendrán que seleccionar aquellas huellas o evidencias que más les interese, al tiempo de desestimar otras que les aportarán escasa o ninguna información relevante. Porque, en definitiva, una narración histórica jamás proporcionará acceso al hecho mismo (que es irrepetible), sino que siempre será una manera de ver, analizar e interpretar determinado acontecimiento del pasado.

Para concluir me refiero a la noción de memoria, que, al igual que la historia y la utopía, fue un invento de los griegos. Cualquier diccionario nos dice que memoria es la capacidad psíquica del individuo para recordar el pasado; y que está compuesta por el  binomio recuerdo-olvido. La memoria puede ser individual o colectiva, pero para los fines del presente artículo, interesan las nociones de memoria colectiva y memoria histórica, que abordaremos más adelante.  

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Historiador y ensayista. Especialista en historia dominicana.