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Bosch 64: Democracia e Intervención

La batalla por la democracia en la mirada de Bosch

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Bosch 64: Democracia e Intervención
Bosch y doña Carmen. (FUENTE EXTERNA)

En la entrevista realizada en Washington el 9 de junio de 1964 al expresidente Juan Bosch por el abogado demócrata Lloyd Cutler para la JFK Library, se abordaron tópicos relativos a los golpes de Estado y la posibilidad de reponer gobiernos derrocados, las bases multifactoriales de la democracia y las claves del abortado experimento del 63.

"Cutler: Supongamos que hubiera un acuerdo entre Venezuela, su gobierno dominicano, El Salvador, Costa Rica, Estados Unidos y Colombia, según el cual, si se produjera un derrocamiento militar de uno de los gobiernos, el jefe de ese gobierno pudiera pedir a los países que acudieran en su ayuda. Quizás la regla entonces sería pedir la votación de la mayoría de los demás países, antes de decidir si se acudirá en ayuda del gobierno derrocado. ¿Cree que tal acuerdo sería aceptado por los gobiernos latinoamericanos?

Bosch: En esas circunstancias, sí se podrían utilizar las fuerzas militares. Lo que no se puede hacer es utilizar las fuerzas militares de Estados Unidos, ni siquiera para apoyar a las democracias. Si el gobierno de Estados Unidos me dijera ahora: "Utilicemos la Marina para que pueda volver a ser el presidente constitucional de la República, diría que no. Pero si hubiera un destructor venezolano, tres aviones colombianos, una fuerza de infantería costarricense y un buque de guerra estadounidense, lo aceptaría.

Creo que la idea de usar la fuerza conjuntamente para la defensa de la democracia en Latinoamérica sería exitosa, y con la ventaja de que dicha fuerza podría, en pocos años, utilizarse para defender la democracia contra todo tipo de agresores, no solo militares. Mientras que hoy es difícil obtener la cooperación de las fuerzas militares de Argentina, Venezuela, Brasil o México para defender la democracia en Cuba, por ejemplo.

C: Volvamos a su administración en Santo Domingo. En retrospectiva, ¿cree que hay algo que Estados Unidos pudo hacer y que no hicimos, algo que le habría ayudado a mantenerse en el poder como gobierno legal?

B: Estoy seguro de que el presidente Kennedy y sus colaboradores como usted, hicieron todo lo posible para ayudar a la República Dominicana. Creo que fue un ejemplo. También creo que es muy difícil establecer una democracia estable y sólida en la República Dominicana después de tantos años de tiranía y corrupción.

C: Ahora, le haré una pregunta más difícil. En retrospectiva, ¿cree que hay algo que usted pudo o debió haber hecho para ayudar a su gobierno a mantenerse en el poder?

B: Quizás. Quizás cometí muchos errores, pero es muy difícil para un jefe de Estado no cometerlos. Ahora bien, hay algo de lo que estoy muy satisfecho, y es que el error fundamental de mi gobierno fue establecer una democracia demasiado amplia. Sin embargo, esa experiencia es lo que ha salvado la democracia dominicana para el futuro. Debo decir que cuando recibí la noticia de la muerte del presidente Kennedy, reflexioné sobre la gran fortuna que yo había tenido, al haber sido derrocado antes de su muerte. Porque, con semejante ejemplo, nadie sabe qué habría sucedido en la República Dominicana.

También debo mencionar que el mismo día que Kennedy murió recibí un mensaje suyo. Él ya estaba muerto cuando un mensajero del presidente Kennedy llegó a mi casa y como es fácil comprender lloraba, pues la situación era muy dramática. En mi propia casa, el nombre del presidente Kennedy se menciona a diario como si fuera un miembro de la familia, y no exagero. Creo que la muerte del presidente Kennedy, junto con la de Lincoln, fueron las más sentidas en Latinoamérica, con la diferencia de que hoy en día hay más conciencia, más comunicación en Latinoamérica, de modo que todos, desde los altos cargos hasta el más humilde indígena, se enteraron casi al instante de la tragedia que había azotado al mundo occidental.

C: ¿Qué cree que hay en el carácter del pueblo dominicano, y quizás en el de los latinoamericanos en general, que los hace odiarse tanto? Me refiero en un sentido político. ¿Por qué son tan reacios a negociar y resolver las cosas democráticamente, y no permiten que un gobierno que no les gusta termine su mandato y luego elegir otro? ¿Qué cree que hay en el espíritu latino, ya que siempre dicen estar dedicados a la democracia y la libertad, pero se desvían de ellas constantemente, de modo que cuando derrocan a un presidente a menudo muchos se alegran de ello? Ciertamente, el derrocamiento de Goulart fue popular, el derrocamiento de Frondizi fue popular. ¿A qué se debe eso?

B: No podemos decir que esto ocurra en toda Latinoamérica porque no ocurre en México, por ejemplo, Costa Rica, Uruguay o Chile. Y, sin embargo, los uruguayos, chilenos, mexicanos y costarricenses son todos latinoamericanos. Pero resulta que los mexicanos, los costarricenses, los uruguayos y los chilenos ya tienen una tradición democrática. Se han acostumbrado al juego democrático. Nosotros, los demás países, cargamos con solo odio hacia las dictaduras. Cuando el dictador desaparece, ya estamos entrenados para odiar al gobernante sucesor, y transferimos este odio al que está en el poder. Por lo tanto, si los dictadores desaparecieran por un tiempo, ese odio también desaparecería.

Y prueba es que desapareció en México, Costa Rica, Uruguay y Chile, pero en Brasil, donde gobernó hasta hace poco el dictador Getulio Vargas, en la República Dominicana, donde Trujillo gobernó hasta hace poco; en Venezuela, donde Pérez Jiménez gobernó hasta hace poco; en Argentina, donde Perón estaba en el poder; en esos países, en general, todavía necesitamos varios años de regímenes democráticos para que el odio político acumulado desaparezca gradualmente. En los primeros años, el pueblo estadounidense también sentía ese odio. El odio de los federalistas hacia Jefferson, hacia los Adams, o viceversa, era tan grande como el odio en Latinoamérica.

C: Tienes toda la razón en eso. Pero, según mi experiencia en la República Dominicana, después de las elecciones no hubo sentimiento de unidad entre ambos bandos. ¿Consideró, por ejemplo, un gabinete de unión nacional, o un esfuerzo para integrar a todos los partidos en el gabinete, o llegar a un acuerdo con los empresarios o los militares para consolidar la nueva administración?

B: Sí. Ofrecí puestos en el gabinete a todos los partidos, incluyendo a la Unión Cívica. Ofrecí dos puestos a partidos que solo habían obtenido 12,000 votos, como en el caso del Dr. Jimenes Grullón. Le ofrecí un puesto en el gabinete. Quise formar un gabinete de coalición nacional, pero todos se negaron. Solo el Partido Nacional aceptó ocupar el puesto de Trabajo.

Pero lo que ocurrió fue que, inconscientemente, seguían viendo con buenos ojos a Trujillo, lo cual es una de las razones por las que tuve que mantener una democracia muy amplia en la República Dominicana y por la que no podía, bajo circunstancia alguna, acusar a nadie de comunista. Como Trujillo había acusado a todos de comunistas y los había acosado, tuve que crear una imagen completamente diferente en Santo Domingo para que la gente se diera cuenta gradualmente de que la democracia no era Trujillo. Esos políticos seguían viendo con buenos ojos a Trujillo, pero hoy la mayoría de la gente sabe que la democracia era algo muy diferente de lo que era bajo el gobierno de Trujillo.

C: ¿Pero estaba la gente dispuesta a aceptar la democracia? Y por la gente, no me refiero simplemente a la mayoría de los votantes, ni al pobre paisano, sino a las personas que tienen poder, educación y desempeñan un papel destacado en la vida del país. ¿Estaban realmente dispuestas a aceptar la democracia?

B: En este momento, una parte que se podría estimar en más del 50 % de los médicos, ingenieros, abogados y empresarios estaría dispuesta a apoyar la democracia. Pero existe el otro 50 % que no estaría dispuesto, ni ahora ni nunca, porque se formaron bajo la dictadura y porque sus intereses son más fuertes que los del pueblo dominicano en general. Ahora bien, la democracia no se enseña como lo hace un maestro de escuela. La democracia se enseña con la práctica.

De este 50 % que hoy apoyaría la democracia, hay un alto porcentaje que la apoyaría porque, por experiencia, saben que cuando la democracia en Santo Domingo desapareció se sintieron perjudicados. No porque estén intelectual o emocionalmente convencidos de que la democracia es mejor, sino porque la ausencia de democracia ha perjudicado sus intereses. Pero así es como se aprende la democracia.

C: ¿Qué grupos estuvieron representados en el golpe que lo derrocó? ¿Fueron sólo los militares? B: No, no. C: ¿También los líderes de Unión Cívica? B: Sí. La Unión Cívica, el antiguo Consejo de Estado... C: ¿El empresariado?

B: Sí. Los empresarios, algunos industriales y un número muy reducido de líderes militares. Sin embargo, todos juntos tenían el poder. Tenían más poder que el gobierno. Nunca en la historia de la República Dominicana el pueblo había tenido el poder, y aún necesitaría muchos años para poder tenerlo. Puedo decirles que lo mismo que ocurrió en la República Dominicana podría haber ocurrido en Puerto Rico si Puerto Rico hubiera tenido sus propias fuerzas armadas. Porque en Puerto Rico también, los industriales y los empresarios habrían utilizado a los militares para derrocar al gobierno de la isla.

C: Yo mismo he pensado que si pudiéramos cambiar el curso de la historia, y si la República Dominicana se hubiera convertido en un Estado Libre Asociado de los Estados Unidos, tal como lo ha hecho Puerto Rico, habría llegado tan lejos como Puerto Rico.

B: Sí, sí. Quizás más lejos. En 1930, Santo Domingo y Puerto Rico eran dos países muy similares cultural, económica y socialmente. Sin embargo, hoy Puerto Rico ha llegado mucho más lejos. Hoy, si Puerto Rico tuviera sus propias fuerzas armadas, la democracia no habría sido derrocada porque en los últimos 20 años se ha formado una clase media muy responsable. En Venezuela será muy difícil derrocar la democracia porque se está formando una clase media muy responsable. Pero hasta que esa clase media no se forme económica, social y políticamente, la democracia no tendrá la fuerza necesaria para mantenerse."

Era el Bosch lúcido de la democracia.

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José del Castillo Pichardo, ensayista e historiador. Escribe sobre historia económica y cultural, elecciones, política y migraciones. Académico y consultor. Un contertulio que conversa con el tiempo.