Bosch 64: JFK/LBJ y AL
América Latina y EE.UU.: heridas históricas y promesas incumplidas

La última entrega de la entrevista de Juan Bosch para la JFK Library, realizada el 9 de junio del 64 por el abogado Lloyd Cutler, asesor de Kennedy, Carter y Clinton, aborda temas claves de la política de Estados Unidos hacia América Latina bajo Kennedy y Johnson.
CUTLER: Retomo algo que le pregunté al principio. Cuando usted llegó aquí por primera vez a principios de 1963, después de que el señor Kennedy llevara dos años en el cargo, de que la Alianza (para el Progreso) ya hubiera nacido y de que usted hubiera leído todo lo que había dicho JFK, seguía sin estar convencido de que la política de Estados Unidos fuera buena para Latinoamérica y para su pueblo. Y no fue hasta después de reunirse con el presidente y hablar con él durante una hora y cuarto, y de conocer a sus asesores, que se convenció personalmente de que era un buen hombre con un buen programa. Ahora bien, ¿qué hay del resto de los intelectuales y demócratas de Latinoamérica que no han conocido al presidente? ¿Cree usted que comparten la misma desconfianza o reserva hacia la Alianza y lo que representaba el señor Kennedy?
BOSCH: Sí, creo que sí. Es algo... Creo que los intelectuales latinoamericanos tenían reservas. Lo que le voy a contar ahora es muy curioso. Las naciones latinoamericanas instintivamente se dieron cuenta de que Kennedy iba a cambiar la situación, pero los intelectuales y líderes políticos temíamos que el cambio siempre estuviera condicionado por las presiones de Estados Unidos sobre el gobierno de Kennedy. Por supuesto, en Latinoamérica sabemos que en Estados Unidos hay poco conocimiento de las profundas realidades de Latinoamérica, y que, en los últimos años, especialmente gracias a la actitud del grupo de Kennedy, esa situación ha ido cambiando.
Los estadounidenses están viendo poco a poco la situación latinoamericana con mayor claridad. Pero hasta que el grupo de Kennedy llegó al poder, existía un gran divorcio entre Latinoamérica y Estados Unidos, porque todos recordábamos que el Sr. Dulles (John Foster, secretario de Estado de Eisenhower) condecoró a Pedro Estrada, jefe de la Policía Política de Pérez Jiménez, y que el Sr. Eisenhower condecoró a Pérez Jiménez. Esas son heridas que siguen sin cicatrizar en el alma de Latinoamérica, y creo que el público volvió a esa posición de desconfianza después del 22 de noviembre (1963, asesinato de JFK).
Creo que ahora esto es verdad, no sólo en la mente de los intelectuales, sino también en la mente de la gente. Sería interesante que un estadounidense fuera con una grabadora a hablar con la gente en Venezuela, Colombia, Perú, Santo Domingo, Puerto Rico y México, para hablar con hombres y mujeres comunes y preguntarles qué sienten desde la muerte de Kennedy respecto a Estados Unidos. Y quizás el noventa por ciento respondería que ya no es lo mismo.
C: Entonces, volviendo a lo que consideramos aquí como el sentimiento antinorteamericano de muchos intelectuales y demócratas latinoamericanos, ¿cuál cree que es su raíz? ¿Cree que se debe a lo que ven de cerca de los empresarios estadounidenses, a las políticas del gobierno de Washington, o a su propio nacionalismo, a su resentimiento?
B: No, las raíces de ese sentimiento se remontan a la época de la independencia. La Guerra de Independencia de Estados Unidos influyó enormemente en Latinoamérica. En aquel entonces, el gobierno de Estados Unidos no respondió a la amistad que sentían los líderes latinoamericanos ni ayudó en ningún momento a aquellos idealistas de la lucha por la independencia latinoamericana, cuyo objetivo era establecer, en cada país, una copia de los Estados Unidos, quienes se habían formado leyendo a Thomas Paine y Benjamín Franklin, quienes consideraban la Declaración de Independencia una Biblia sagrada. Luego descubrieron que el Sr. Adams, y más tarde el Sr. Monroe, y luego el Sr. Theodore Roosevelt, ninguno de esos presidentes quería ofrecer ayuda a Latinoamérica. Siguieron la política de aislamiento de George Washington.
Cuando empezamos a estudiar la historia de nuestro país y de Latinoamérica, descubrimos que Estados Unidos no quiso asistir al Congreso de Panamá de Bolívar; que Estados Unidos no quería ayudar a los chilenos; que Estados Unidos ocupó gran parte de México, y todo eso, inconscientemente, se forma gradualmente en un niño de gran sensibilidad, en quien se convertirá en líder -el líder siempre es un rebelde-, y gradualmente crea cierto sentimiento. Hombres como Kennedy habrían compartido ese sentimiento.
C: Entonces, si podemos resumirlo, ¿diría usted que es realmente el intelectual latinoamericano quien busca la compenetración y quien llega a creer que Estados Unidos se opone a la reforma o apoya al gobierno que él está intentando cambiar?
B: Durante los últimos 140 o 150 años.
C: ¿Y cree usted que John Kennedy iba en camino de cambiar eso?
B: Por primera vez encontramos en Estados Unidos a un hombre que sentía como nosotros, que sufría con nosotros. Eso es lo que Kennedy significó. Para nosotros, él no era solo un presidente estadounidense. Era un líder latinoamericano. Esa fue la gran transformación que produjo en Latinoamérica. Lamentablemente, ya no está. Pero creo que el mensaje de Kennedy debe perdurar en la juventud estadounidense. Creo que el Cuerpo de Paz ha hecho mucho más por las buenas relaciones entre Latinoamérica y Estados Unidos que todos los embajadores estadounidenses nombrados desde 1820. ¿Y qué es el Cuerpo de Paz? Kennedy en acción.
C: El Cuerpo de Paz es un buen ejemplo. B: Es un ejemplo. C: Los estudiantes que vienen aquí...
B: Ese es otro ejemplo. Y las declaraciones del presidente de los Estados Unidos, cuando habló al caer mi gobierno, eran las mismas que las de Rómulo Betancourt, Luis Muñoz Marín o Víctor Raúl Haya de la Torre. Era muy diferente a que un presidente condecorara a un Pérez Jiménez, o a que un secretario de Estado dijera que el gobierno de Pérez Jiménez era un modelo del gobierno que Estados Unidos quiere para Latinoamérica. Es una diferencia entre la noche y el día.
C: El presidente Johnson es un buen hombre, con la misma motivación que el Sr. Kennedy, y participó en la formulación de la Alianza. Si usted le aconsejara hoy al Sr. Johnson sobre lo que podría hacer para mantener la confianza de las democracias latinoamericanas, de la Organización de Estados Americanos, ¿qué le diría usted que debería hacer?
B: No puedo decirle. La imagen del presidente Johnson en Latinoamérica no es la misma que la del presidente Kennedy. C: Así que es un desconocido hoy, al igual que Kennedy en 1961. B: Pero ha habido algunas actitudes que han impresionado mucho a Latinoamérica. Por ejemplo, ciertas declaraciones del presidente Johnson han creado la impresión de que no va a seguir la política de la Alianza para el Progreso. C: Usted dice que esa es la impresión. B: Esa es la impresión general de las masas.
C: Bueno, entonces, creo que se trata de cambiar la impresión, porque creo que sí tiene la intención de continuar con esa política. ¿Cómo le aconsejaría para dejar eso claro? ¿Usted cree que él debería visitar los países?
B: Tendría que hablar el lenguaje del presidente Kennedy, y no lo ha hecho.
C: Díganos -ya sólo nos quedan unos minutos de esta cinta-, de lo que habló al principio: la sensibilidad del presidente Kennedy. Si tuviera que destacar las pocas características que lo hicieron atractivo para los latinoamericanos más que para muchas otras personas, ¿cuáles diría que fueron? ¿Esas ideas que utilizó con tanto vigor?
B: Que el presidente Kennedy luchaba por los derechos de las masas, el hombre desconocido, no como un político que quería evitar conflictos en su país, sino como un hombre del pueblo que quería poner la cultura y la prosperidad al alcance del hombre común. El presidente Kennedy y el presidente Lincoln fueron los únicos presidentes que eran dos cosas a la vez: gobernante y hombre común. Un fenómeno así rara vez se ve en la historia.
C: Yo mismo pensaba que parte de su talento residía en su juventud, y que llevó al poder a un grupo de personas de cuarenta y tantos años como él. Y que todos nosotros, de cuarenta y tantos, somos realmente mejores personas, no estamos tan cansados. Somos más vigorosos. Llevamos adelante grandes ideas, y algunos de los buenos movimientos provienen de gente más joven. ¿Está de acuerdo?
B: Claro. Claro. Era el representante de una nueva nación. Nuestro deseo en Latinoamérica es que esos jóvenes conserven ese espíritu en los próximos diez o veinte años; que no envejezcan, porque esa generación volverá al poder en Estados Unidos y la imagen de Kennedy volverá.
John Fitzgerald Kennedy volverá a ganar las elecciones en Estados Unidos.
C: Muchas gracias, Juan."
La profecía de Bosch debió esperar. LBJ resultó reformador en política doméstica, con las leyes de derechos civiles y el voto y el combate a la segregación en los estados del Sur resistentes a la integración. Lanzó su política de Guerra contra la Pobreza para promover movilidad social y ensanchar oportunidades de progreso, con énfasis entre los afroamericanos. Junto a planes de vivienda social, salud (Medicare y Medicaid), educación pública y la Ley de Inmigración de1965 que estatuía la reunificación familiar.
Pero en política exterior navegó en la corriente de endurecimiento que preconizaba, al gusto del influyente subsecretario de Estado Thomas Mann, la conveniencia de la opción militar para garantizar estabilidad política y bloquear la amenaza comunista en la región. La masiva invasión en abril del 65 fue ejemplo elocuente, acompañada de la tanda de golpes de Estado que sofocaron movimientos de reformas en América Latina. Y en paralelo la escalada en la guerra de Vietnam, eje de la contención anticomunista en Laos, Camboya e Indonesia en el volcánico Sudeste Asiático.
En el intertanto caían abatidos en 1968 el reverendo Martin Luther King en Memphis, al calor de su lucha por los derechos de los afroamericanos. Y el senador Bobby Kennedy, tocado por un aura desarrollista sensible al clamor del Tercer Mundo, en su intento por retomar la antorcha liberal del hermano mártir en la carrera presidencial. Hasta dar paso a los Carter, Clinton, Obama, estampas recientes de un trato diferente.