En torno a la independencia y la identidad nacional
De la Ilustración a la libertad, el efecto dominó de las independencias americanas
La idea de la independencia llegó a la América hispana en los albores del siglo XIX. Las filosofías europeas de la revolución, la ideología del nacionalismo y del Estado nación, al igual que las ideas de la Ilustración y de los enciclopedistas, proporcionaron novedosas fórmulas políticas e inspiraron movimientos independentistas en la casi totalidad de los pueblos latinoamericanos.
La eclosión de una corriente segregacionista respecto de la llamada Madre Patria obedeció, entre varias razones, al eclipse padecido por España hacia finales del siglo XVIII y principios del XIX cuando esta cayó bajo la égida de Napoleón, generándose así un sentimiento antifrancés lo mismo en el pueblo que en las élites políticas criollas.
Cuando España fue ocupada por los franceses en 1808, ya en 1776 los descendientes del Mayflower se habían constituido en confederación y fundado los Estados Unidos, originalmente integrados por "las trece colonias inglesas". Años después, en agosto de 1789, la burguesía francesa y la mayoría del pueblo (integrantes del Tercer Estado) destruyeron el antiguo régimen feudal, crearon la República jacobina y redactaron la célebre Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano, lo que marcó el principio de una nueva era a escala mundial.
El impacto de esos acontecimientos sociales no tardó en manifestarse en las colonias de España en América, las cuales, durante el primer cuarto del siglo XIX, entraron en un indetenible proceso segregacionista e independentista. En ese sentido, en orden sucesivo se pronunciaron independientes Paraguay, Venezuela y Ecuador en 1811; Colombia, en 1813; Argentina y Chile en 1816 y 1818 respectivamente; México, Perú y Guatemala lo hicieron en 1821, mientras que en ese mismo año en Santo Domingo se originó un movimiento dirigido por José Núñez de Cáceres, que resultó un natimuerto; en 1825 se desmembró la Confederación Centro Americana, de la cual surgieron El Salvador, Guatemala, Honduras, Nicaragua y Costa Rica, que hacia 1839 adoptaron el modelo republicano. Finalmente, Bolivia y Brasil, en 1822 y 1825, cada una por separado, adquirieron el status de estados-nación soberanos.
Paralelamente al desarrollo de las guerras independentistas hispanoamericanas, en el Santo Domingo español la coyuntura histórica era diferente y la idea de la independencia demoró cierto tiempo en manifiestarse entre los dominicanos-españoles debido principalmente a que, en 1795, se produjo un acontecimiento traumático para el futuro inmediato del país: el tratado de Basilea mediante el cual España, con el fin de recuperar los territorios que había perdido en el curso de la guerra europea, cedió a Francia la parte española de la isla de Santo Domingo o, lo que es lo mismo, el Santo Domingo español.
Algunos estudiosos de la historia colonial de Santo Domingo consideran que ya para esa época comenzaba a aflorar, entre los dominicanos-españoles, la noción de pertenencia a un conglomerado social específico, pues luego del Tratado de Basilea y de la lucha contra los franceses fue cuando surgió, según Frank Moya Pons, "un verdadero sentimiento de la nacionalidad definido en términos de la hispanidad más acendrada", porque para los habitantes de la parte oriental de la isla de Santo Domingo ser dominicano significaba ser español.
A principios del siglo XIX, esa era la percepción o imagen que tenían de sí mismos los dominicanos-españoles, pues ya para esa época constituían una comunidad étnica definida, aun cuando su destino se hallaba subordinado a las veleidades de metrópolis extranjeras.