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El censo y un mundo keynesiano

La fórmula de Keynes se aplica a una economía como la dominicana: viva, intensa y con ánimos de fortaleza.

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El censo y un mundo keynesiano
Un censo nacional es importante ya que el análisis podría dar variables económicas clave como ingreso per cápita, inflación y empleo para la formulación de políticas públicas. (FUENTE EXTERNA)

Se le ha preguntado a una cierta cantidad de lectores cuál es su nivel de ingreso. Es harto conocido que se hizo un censo donde esta variable debió ser analizada. Nos preguntaron de todo cuando la chica entró en la casa para indagar en las variables, con sumo profesionalismo.

Me dice alguien:

 —Oh, ¿y el censo? ¿Eso salió bien?

Le respondo:

 —Sí, fue un producto bastante adecuado. Nos parece que el país se puso los pantalones en análisis demográfico, y hay que defender a las autoridades del ONE, las de entonces y las actuales.

Esta persona, concentrada en determinar si el censo que se hizo hace ya unos años cumplió con todos los requisitos metodológicos, me plantea sus opiniones.

Con cierto optimismo, el lector sabe que debe haber gente —alrededor suyo o en los medios— que se dedique a analizar el ingreso per cápita de todos los dominicanos. Otros arrecian el enfoque y nos dicen que el nivel de inflación, tomado con pinzas por las autoridades, debe ser un coto de análisis, y no uno vedado. Las cifras, como los presupuestos, también se maquillan.

La conversación deriva hacia un terreno más técnico. Y con razón.

Algunos analistas han entendido que cada día es más pertinente el estudio de variables como la inflación, el ingreso per cápita, la PEA (Población Económicamente Activa) y —¿por qué no?— el nivel de la balanza de pagos. Es justo recalcar que está en la formulita de Keynes.

La fórmula económica más fundamental asociada con el keynesianismo es la del Producto Interno Bruto (PIB) —o, si se quiere, del Producto Nacional Bruto (PNB)— expresada como:

Y = C + I + G + (X - M)

donde Y es el PIB, C el consumo, I la inversión, G el gasto público, y (X - M) representa las exportaciones netas (exportaciones menos importaciones).

Otra fórmula clave es la función de consumo de Keynes:

C = a + bYd

donde el consumo (C) depende del ingreso disponible (Yd), el consumo autónomo (a) y la propensión marginal a consumir (b).

En pocas palabras: hay que administrar la fórmula.

 Y esa fórmula —no importa si gobierna Milei, Abinader o Maduro— alguien la tiene que interpretar y aplicar.

Pasado un tiempo de análisis, todos tenemos claro que otras variables también entran en juego. El tipo de cambio, por ejemplo, y las tasas a las que se les presta a los empresarios y a la gente común. Todos sabemos que cuando vamos a un banco a pedir un préstamo, este debe ser honrado. De eso no hay dudas. Pero a veces se olvida que los países también tienen que honrar los suyos.

Como muestra la historia económica dominicana, entra aquí una consideración clara: el déficit fiscal de un país no debe ser financiado con "inorgánicos", como dicen algunos economistas del patio —sobre todo los de los años ochenta, los del Colegio Dominicano de Economistas, los de librito y tiza.

Para algunos, de lo que se trata es de tener una funcionalidad clara en el manejo de las variables keynesianas que son —a qué negarlo— variables de todos los economistas, no importa su credo.

Y para manejar esas variables, hay que empezar por saber quiénes somos, cuántos somos, cómo vivimos y cuánto ganamos. Fue lo que se hizo hace ya dos años.

Porque sí: en términos metodológicos, la fórmula nos dice que el gobernante —o el economista (¿cómo separarlos?)— debe tener claro el nivel de empleo. El empleo es una variable fundamental en el análisis de cualquier Estado.

La población requiere y busca mejores trabajos; alguien dirá: de lo que se trata es de subir en los quintiles económicos. Y sí: quintiles que debió haber estudiado, medido y desmenuzado el Censo Nacional de Población y Vivienda.

—¿Era un estudio socioeconómico, o era simplemente para tener una idea de cuántos éramos? —pregunta el abogado, con la ceja arqueada.

La respuesta está entre líneas: si no sirve para entender cómo estamos y hacia dónde vamos, entonces no fue más que un conteo de cabezas.

No más preguntas, magistrado.

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El autor es mercadólogo, escritor y melómano nacido en 1974.