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Los extremos se asemejan

La intolerancia como espejo: progresismo radical vs. autoritarismo conservador

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Los extremos se asemejan
La paradoja de los extremos: predicar tolerancia mientras se practica odio.

Se denomina Teoría de la Herradura, y plantea que en el espectro político tanto la extrema izquierda como la extrema derecha terminan coincidiendo y abordando algunas cuestiones de manera similar. Que es sin dudas el caso cuando se trata de la libertad de expresión, el debate de las ideas y respeto a quienes disienten.

Desde la extrema derecha se producen constantes manifestaciones de intolerancia y abusos de poder. Por ejemplo la administración Trump ofrece frecuentes actuaciones que coliden con la primera enmienda de la constitución estadounidense que consagra la libertad de expresión. Demandas temerarias y absurdas contra medios que prefieren pactar y pagar, y amenazas de entes reguladores de intervenir en fusiones multimillonarias o revocar licencias que provocan la cancelación de medios, comentaristas y presentadores críticos con el presidente.

Pero eso no oculta la actuación de una izquierda progresista que ejerce una inexistente superioridad moral, con la que pretende imponer una cultura de cancelación y hasta promover el uso de la violencia contra quienes piensen diferente o contradigan los postulados que repiten como mantra. No discuten ni debaten argumentos, descalifican al adversario buscando imponer un pensamiento único.

Por ejemplo, quien no asume que en Gaza se produce un genocidio y que Israel es un estado terrorista y criminal, es un sionista que justifica la matanza de niños y mujeres. No hay matices ni interesan argumentos o referencias a la organización terrorista Hamas, al siete de octubre ni los rehenes. O se aceptan sus posiciones o criminalizan las diferencias calificando de fascista y genocida al del frente.

Lo mismo con la cuestión de género. O se admite que el género es un constructo social, que con disfrazarse basta para cambiar de categoría y que todas las estructuras del estado y la sociedad deben aceptarlo y adaptarse a ello, o se es homofóbico, transfóbico y una especie de odiador de la raza humana. No es suficiente respetar lo que cada uno haga con su vida y su cuerpo, que se acueste con quienes le plazca y se vista como le parezca, se debe asumir un disparate científico y además destituir el idioma utilizando absurdos pronombres y falsificando verbos y sustantivos debido a una cosa que llaman lenguaje inclusivo. 

Quien no apoya el aborto libre y sin restricciones, no asume que todos los hombres son violadores y maltratadores potenciales y que las mujeres siempre dicen la verdad, es un perverso machista. Y llaman facha y racista a cualquiera que ame su país y exalte su cultura, sus valores, su historia y sus símbolos patrios. 

Es la forma en que deshumaniza al adversario y criminalizan sus ideas hasta convertirle en un monstro detestable al que es aceptable eliminar de cualquier forma posible, incluso atravesando una bala en su cuello. Para luego, esos que dicen representar el amor, la tolerancia, la paz y la unidad, acudan a las redes sociales o incluso a las calles a celebrar una muerte. 

Demostrando ser tan inhumanos e intolerantes como esos que dicen enfrentar. Porque si bien unos son canallas y matones descarados, los otros son ruines, mendaces y sinuosos. Y ambos igual de intolerantes.

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