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Competencia de contaminación

Nuestros ríos están más contaminados por la agricultura y el consumo urbano que por la minería. Necesitamos un monitoreo ambiental continuo y transparente.

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Competencia de contaminación
Aunque la minería es esencial para el desarrollo industrial, su manejo inadecuado puede tener consecuencias ambientales graves. (ARCHIVO)

Dicen que la historia de la humanidad es la historia de los minerales. Clasificamos el progreso de la vida humana como edad de piedra, de hierro, de cobre, de bronce. El descubrimiento de los usos energéticos del carbón y luego del petróleo, ambos minerales, fue sucedida por la era atómica y la era tecnológica que requiere los llamados materiales raros. Cada mineral representó una revolución que determinó en su momento el curso de los pueblos según supieron aprovecharlas.

Prácticamente todo se elabora en base a minerales. Un vehículo requiere dieciséis minerales distintos, un teléfono inteligente más de cuarenta. La agricultura, construcción, energía (incluyendo tecnologías limpias), equipos médicos, envases alimentarios, todo requiere insumos minerales. Así, la minería es la industria que suple el avance del resto de las industrias.

Pero como todo, puede ser contaminante. Entre 1979-1999 la Rosario Dominicana, propiedad del Estado, utilizó un sistema de explotación minera de oro y plata a cielo abierto, generando escapes de cianuro y otros tóxicos. Nuevos parámetros y mejor conciencia ambiental han llevado al método actual que almacena los restos en presas. Aun así, hay riesgos de desbordamiento o filtraciones y quejas de los locales. 

Haina es conocido como el Chernobyl dominicano en la literatura científica debido a que más del 90% de los habitantes presentaban niveles de plomo en sangre superiores a los recomendados. Esto no fue resultado de la minería, si no de un incorrecto proceso de reciclaje de baterías de vehículos para recuperar un mineral. Afortunadamente, desde el año 2000 el Ministerio de Medio Ambiente aplicó requerimientos que redujeron los niveles de plomo de 71 a 28 µg/dL (el máximo aceptable es entre 5-10 µg/dL).

Interesantemente, los profesionales de la minería nos informan que el río Yuna, que pasa por tres explotaciones mineras, presenta niveles de pH y de oxígenación superiores a los demás ríos. Esto resulta de los requisitos aplicados a las empresas mineras.

Los ríos Ozama e Isabela, receptores de desechos sólidos y aguas residuales industriales y domésticas, funcionan como carreteras de desperdicios urbanos que encauzan entre 40%-90% de los residuos plásticos flotantes al Mar Caribe, según una investigación de INTEC/Ocean Cleanup. Les sigue el Río Higüamo, que recibe desechos de 35 industrias; y el Yaque del Norte, receptor de pesticidas provenientes de sembradíos altos, desechos industriales y asentamientos humanos del Cibao que perjudican las aguas que suplen a Santiago. Un embotellamiento de plásticos, valga la redundancia, acaba de ser noticia.

Hay quienes dicen que los países pequeños no deben tener minería. Los entendidos afirman que en R.D. la minería solo usa el 2% del agua frente a un 70%-80% para la agricultura. La minería también ha servido para conservar la naturaleza: la sustitución del carbón por gas para cocinar ha disminuido significativamente la deforestación.

Como los depósitos minerales son inamovibles, el reto consiste en saberlos aprovechar balanceando riesgos y externalidades. Debemos escuchar las quejas de los productores del campo, primera línea de tesoreros de las tierras, y verificar sus observaciones con la publicación regular de evaluaciones científicas transparentes a fin de evitar daños irremediables. Esto también aplica a la agricultura, la industria y el consumo final.

Implementar un sistema de monitoreo de la calidad ambiental de la tierra, aire y agua, e incorporar el costo las externalidades negativas de cada actividad a un plan de desarrollo ambientalmente coherente no requiere de ningún mineral escaso, si no contar con visión, voluntad y responsabilidad. 

TEMAS -

Economista Senior de firma Intelligent Economics.