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Donald visto por Bennett

Entre la tradición y la modernidad: el impacto de Reid en la política dominicana

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Donald visto por Bennett
Donald Reid Cabral (FUENTE EXTERNA)

El 5 de diciembre de 1964, el embajador en Santo Domingo William Tapley Bennett, dirigía un aerograma al Departamento de Estado, cuyo Asunto se contraía a "Un Análisis del Gobierno de Reid, enero-noviembre de 1964". Bennett había presentado sus credenciales el 23 de marzo de ese año tras 6 meses sin jefe de misión al frente de la Embajada de Estados Unidos, desde el 28 de septiembre de 1963. Cuando fuera retirado el embajador John B. Martin junto a los jefes de la AID y el MAAG por instrucciones de la administración Kennedy, a raíz del derrocamiento del gobierno de Juan Bosch. 

Dicho documento es una verdadera radiografía del Triunvirato encabezado por Donald Reid Cabral, redactado unos 5 meses antes del inesperado estallido de abril del 65. Por lo cual, resulta especialmente valioso para una mejor intelección de los acontecimientos dramáticos que desataría el levantamiento militar constitucionalista, con el propósito de reponer a Bosch en el poder y reestablecer los fueros de la Constitución del 63.

El texto en cuestión, cuya primera parte transcribimos a seguidas, arranca con una introducción panorámica. "El siguiente análisis de los acontecimientos en la República Dominicana bajo el Triunvirato gobernante encabezado por Donald J. Reid Cabral abarca los últimos once meses y representa un esfuerzo conjunto de los elementos Político, Económico, Militar, de la AID y del SII de la Misión.

"La honestidad personal de Reid goza de una aceptación general, a pesar de las numerosas críticas a la corrupción en otros niveles del gobierno, una corrupción que, lamentablemente, también prevalece con demasiada frecuencia en el sector privado. Reid está profundamente preocupado por los problemas de su país. "

Si bien Reid ha sido claramente el miembro dominante del Triunvirato desde su incorporación a finales de 1963, el grupo estuvo marcado por disensiones y rivalidades hasta la renuncia de Manuel Tavares Espaillat a finales de junio. De enero a junio, el Gobierno logró mantener la cohesión en una situación sumamente frágil, pero se lograron muy pocos resultados positivos. Solo durante los últimos cinco meses se puede decir que Reid ha tenido plena libertad política. Si bien Ramón Cáceres Troncoso, el otro miembro del truncado Triunvirato, posee una competencia especial en materia de política fiscal y, en general, es útil como contrapeso, claramente esta es la administración de Donald Reid.

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Donald Reid y Bennett (FUENTE EXTERNA)

Es innegable que desde junio se han producido avances en el país en la solución de problemas nacionales urgentes. El grave problema de los atrasos comerciales se ha solucionado puntualmente. Los compromisos con el FMI se han cumplido eficazmente. Se ha puesto en marcha un programa de austeridad que incluye nuevas medidas fiscales y otras de ajuste para corregir el desequilibrio fundamental en la balanza de pagos. Aunque dista mucho de ser un programa perfecto, en el contexto dominicano se ha requerido valentía política y habilidad para llevar a cabo lo que se ha hecho y la operación sigue adelante. 

Se han dado pasos cautelosos pero firmes para controlar mejor a las indisciplinadas fuerzas militares y policiales y reducir la corrupción, tan característica de elementos influyentes de dichas fuerzas. Junto con estas medidas necesarias, aunque esencialmente restrictivas, se ha observado una actividad positiva y creciente por parte del Gobierno en el ámbito del desarrollo económico, en particular en los sectores de la agricultura y la educación. En el sector privado se está mostrando una iniciativa considerable, a pesar de la incertidumbre generalizada sobre el futuro y un nivel de desempleo alarmantemente alto.

En el contexto de la vida dominicana, con tan poco sentido de compromiso comunitario por parte de los más privilegiados, con una falta generalizada de habilidades técnicas y organizativas y con una venalidad mezquina subyacente en toda la estructura social, cualquier iniciativa requiere una férrea determinación y una considerable capacidad de maniobra por parte del jefe de gobierno. 

A lo largo de su historia, la República Dominicana ha alternado entre la dictadura y el caos. Aún persisten hábitos arraigados, con un grupo de líderes políticos que, con desalentadoras pocas excepciones, son extremadamente egoístas y muestran poco o ningún interés en ofrecer un programa positivo al país, prefiriendo el pasatiempo más emocionante de intentar organizar revoluciones o persuadir a los militares para que lleven a cabo otro golpe de Estado. Siendo la tendencia de los dominicanos a dramatizar sus problemas, a menudo se dice que Reid, casi solo entre las figuras políticas actuales, ha aprendido algo del tormento político del período de Trujillo y de estos primeros tres años posteriores. Ciertamente hoy, acosado por elementos trujillistas y otros de la derecha, por un lado, y por seguidores de Bosch y los de la izquierda más extrema por el otro, Reid emerge como el moderado en la escena local.

La honestidad personal de Reid goza de una aceptación general, a pesar de las numerosas críticas a la corrupción en otros niveles del gobierno, una corrupción que, lamentablemente, también prevalece con demasiada frecuencia en el sector privado. Con una posición económica y social estable, Reid está profundamente preocupado por los problemas de su país y muy motivado para actuar al respecto. Se considera una especie de Franklin D. Roosevelt de nuestros días, pues desea mejorar la situación de los dominicanos desfavorecidos frente al desinterés y, a menudo, la oposición de su propia clase. Cabe mencionar al respecto que, si bien democrático en su perspectiva social, a menudo tiende al paternalismo en su trato con los pobres y sus problemas.

Reid es un hijo legítimo de su propia sociedad y carga con las cicatrices psicológicas de la experiencia de Trujillo, al igual que muchos de sus compatriotas. En ese sentido, pocos, si es que hay alguno, tienen un historial más limpio que él en lo que respecta a la época de Trujillo. Como es característico de los dominicanos, es errático e impulsivo. Cuando las cosas van bien, su confianza en sí mismo a veces se convierte en una especie de arrogancia que irrita a quienes le convendría cultivar. Es de carácter fuerte y puede ser autoritario. A veces insiste en salirse con la suya cuando un compromiso mejoraría el ambiente general y, por lo tanto, promovería sus propios objetivos a largo plazo.

Las fallas e imperfecciones de Reid deben, sin embargo, juzgarse en relación con su propia sociedad y con el desempeño de otros que han ocupado o aspiran a ocupar el mismo puesto de responsabilidad. Un juicio basado en esto resulta claramente a su favor. Aunque titubea con respecto a algunos de los aspectos más desagradables de la vida dominicana, es el primer gobernante post-Trujillo en asumir, por ejemplo, la importantísima pero delicada tarea de reducir al mínimo el estamento militar más primitivo que existe en este hemisferio. Si parece avanzar lentamente, después de todo, es su propia y frágil cabeza la que arriesga al oponer su ingenio a la fuerza bruta de los uniformados entrenados por Trujillo. Y lo está haciendo.

En el ámbito financiero, ha demostrado estar dispuesto a afrontar la desagradable e impopular tarea de imponer más impuestos y más restricciones para restablecer el equilibrio fiscal del país. Este es un problema fundamental, pero fue ignorado por la mayoría de sus predecesores y, de hecho, algunos, como Balaguer, contribuyeron en gran medida a él. Su programa de desarrollo económico puede adolecer de falta de planificación y coordinación, pero al menos está en marcha y está bien orientado hacia los objetivos de la Alianza para el Progreso. En resumen, Reid, con defectos y deslices que son en parte suyos y en parte inherentes a la escena dominicana, ahora gobierna el país con mayor eficacia que desde que Trujillo lo impuso y lo impulsó a la productividad. Dada la historia y las realidades dominicanas, Reid gobierna con mínimas violaciones a las libertades civiles. Existe plena libertad de prensa.

La valentía de Reid es indudable y posee una gran determinación. Es proestadounidense y prooccidental por convicción. Ha demostrado la firmeza mental y la flexibilidad esenciales para gobernar en este país que tanto detesta ser gobernado. Ha experimentado un crecimiento considerable en los últimos meses. El grupo de gobierno que ha formado y su gran interés por atender las necesidades del país en agricultura, educación y salud recuerdan a Figueres y sus asociados en Costa Rica (el autor fue funcionario en Costa Rica en 1948 y estuvo estrechamente vinculado a la revolución de Figueres). Es de esperar que, a pesar de los formidables problemas económicos que se avecinan y de una inestabilidad política siempre peligrosa, se haya superado la confusión y los peligros del período inmediatamente posterior a Trujillo y el shock del fracaso del experimento de Bosch.

El estudio de la Embajada señala que la principal desventaja de Reid es su ilegitimidad política. De haber ganado las elecciones, probablemente sería considerado uno de los líderes más prometedores del Caribe en la actualidad. La cuestión es cómo consolidarse constitucionalmente -cómo obtener esa base moral que cobra tanta importancia en un país latinoamericano, incluso en uno como la República Dominicana, donde la constitucionalidad se basa más en palabras que en lealtad. Su trayectoria actual deja claro que Reid intenta burlar a los políticos y establecer una relación directa con la gente, especialmente con la población rural, como un líder que logra resultados para el ciudadano común.

Si bien es difícil afirmar que Reid tenga una amplia popularidad política, los acontecimientos recientes tienden a indicar una considerable aceptación de su administración, en parte por la apatía y el desencanto generalizados con la política, y en parte por la preocupación de muchos de que cualquier cambio actual pueda resultar en algo peor. Aún es demasiado pronto para evaluar el efecto de los viajes de Reid por todo el país para ganar apoyo popular, pero los políticos profesionales están indignados, y se puede contar con que intentarán, por todos los medios, bloquearlo. Los próximos meses prometen ser interesantes."

En un recorrido en el que Bennett acompañó a Reid, quedó registrada la imagen de una gallera, en la cual ambos "topaban" sendos gallos. Cuán lejos estarían de pensar que el coliseo político local ya estaba tomado por los "gallos" Bosch y Balaguer. Protagonistas señeros de lo porvenir. 

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José del Castillo Pichardo, ensayista e historiador. Escribe sobre historia económica y cultural, elecciones, política y migraciones. Académico y consultor. Un contertulio que conversa con el tiempo.