La economía de los museos
Egipto espera replicar el efecto Bilbao con la apertura de su Gran Museo. Mientras, nuestras instituciones languidecen en el abandono
Recién se inauguró el Gran Museo Egipcio luego de dos décadas de construcción y una inversión de USD 1,200 millones apoyado por Japón. La enorme planta localizada en las afueras de las pirámides de Giza alberga cien mil objetos de la fascinante historia egipcia que cubre siete milenios, incluyendo las 30 dinastías que culminaron con su derrocamiento por los persas en el año 343 a.C., seguido por tres dinastías griegas llamadas Ptolemaicas.
La última gobernante de estas fue Cleopatra, cuya tumba perdida se reconoce ha logrado identificar una dominicana, Kathleen Martínez, a base de análisis de textos, razonamiento y una fe en el derecho de esta faraona excepcional a un sepulcro de envergadura que han orientado sus excavaciones con resultados impresionantes.
La economía egipcia, sin embargo, es ahora una sombra de su grandeza anterior. Aunque ostenta ventajas como exportador de gas y petróleo (15 % de su PIB), como poseedor del canal de Suez y como importante destino turístico (8.6 % de su PIB) - lo que lo convierte en la segunda mayor economía africana - su base industrial no es competitiva y su índice de pobreza es del 30 %.
La pasada inestabilidad política, un fuerte componente militar, y un modelo económico de intervención estatal con una tasa de cambio controlada han resultado en un alto endeudamiento externo y episodios inflacionarios de hasta 35 %. Esto provocó masivas protestas hace un año. Actualmente, se adoptaron reformas estructurales para promover la competencia, reducir el peso del Estado y flotar la libra egipcia lo que ha impulsado la inversión extranjera. Se espera lograr un crecimiento del 7.2 % este año.
La promoción del Gran Museo Egipcio es más que un proyecto cultural, es una estrategia económica que espera duplicar las llegadas turísticas para 2030. Esto requerirá la construcción de 400,000 habitaciones hoteleras adicionales que se beneficiarán de financiamientos preferenciales si cumplen objetivos de sostenibilidad ecológica. Otras iniciativas turísticas podrán acceder fondos blandos a cambio de entregar el 40 % de sus ingresos en divisas. Se ha rediseñado la experiencia turística desde la entrada aeroportuaria.
Nuevas inversiones en infraestructura facilitarán la conexión del turismo de El Cairo con resorts y puntos arqueológicos, permitiendo integrarlos en lugar de competir entre sí. El museo generará valor en las áreas de investigaciones, educación y actividades creativas. Localmente, ya se han generado miles de empleos y nuevas empresas relacionadas.
Esto remite al llamado ´Efecto Bilbao´ del Museo Gugenheim. Bilbao era una ciudad en proceso de desindustrialización con alto desempleo y pobreza. Luego de la inversión de USD 100 millones en un edificio icónico, el museo recibió cuatro millones de visitantes en sus primeros tres años de operación y generó cinco veces la inversión original en actividades económicas conexas.
Actualmente, las entradas costean el 70 % del presupuesto del museo, y se estima que contribuye diez veces más a la tesorería de los fondos que recibe en subvención. Bilbao pasó de ser una ciudad moribunda a ser un ícono mundial. El efecto Bilbao, sin embargo, es más que construcción, requiere una visión integral en su diseño y funcionamiento.
En nuestro país, los museos estatales languidecen en interminables y costosas remodelaciones (Museos del Hombre Dominicano, Historia y Geografía, Alcázar de Colón y de Las Casas Reales). Los museos de iniciativa privada cuentan con mejor suerte, gracias a algunos visionarios que han realzado nuestro cacao, ámbar y ron, pero son Quijotes aislados, así como los museos provinciales. Se requiere una visión integral que enmarque un proyecto cultural de nación para beneficio de nacionales y extranjeros y que potencie cualitativamente a la industria turística que la puede hacer rentable.

Ellen Pérez Ducy