Confusiones y dudas frecuentes en el uso de la lengua
La variación regional del español y los errores semánticos más comunes

1. ¿Uno o primero de diciembre?
El caso resulta un tanto curioso. En Hispanoamérica, como bien lo establece el Diccionario panhispánico de dudas (2005:523), para designar el primer día de cada mes, tradicionalmente se ha empleado el adjetivo ordinal "primero" (primero de enero, primero de mayo...); mas cuando se trata de los demás días, se usa entonces un cardinal (dos de enero, tres de mayo, cinco de junio...). En España, por el contrario, es más común el uso del cardinal ´uno´ (uno de enero, uno de mayo, uno de junio...), salvo en algunas acuñaciones en las que responde a una fecha señalada como Primero de Mayo (festividad) o Grupo de Resistencia Antifascista Primero de Octubre (organización).
Asumiendo no válida la forma americana (primero de enero, primero de junio, etc.), es cada vez más frecuente, en el mundo hispanoamericano, emplear la forma española (uno de enero, uno de febrero, etc.) para designar el primer día de cada mes, por entender que si se utiliza un ordinal para referirse a este, lo mismo debería hacerse con los días restantes, hecho que en el uso cotidiano de la lengua no sucede. Pero independientemente de esta y otras interpretaciones, lo cierto es que, según el criterio académico, una y otra denominación (uno y primero) son válidas. El uso indistinto es de naturaleza estrictamente regional o dialectal, vale decir, radica en que la primera (uno de enero, uno de febrero, etc.) es más frecuente en España, mientras que la segunda (primero de enero, primero de febrero, etc.) es la forma característica del español de América.
2. Desapartar, desinquieto y descalentado.
En el uso cotidiano de la lengua, en ocasiones empleamos voces con las cuales decimos todo lo contrario de lo que realmente queremos expresar. Este es el caso del verbo «desapartar», voz compuesta por el prefijo de origen latino ´des´ que significa "privación o negación" y ´apartar´ que soporta los significados de "separar, desunir y dividir". Conforme a esta base etimológica, desapartar equivaldría a ´no apartar´, ´no separar´. Y, por extensión, cuando se nos manda a desapartar a los niños o adultos que han iniciado una riña, se nos está ordenando que no los apartemos o separemos, vale decir, que tratemos de unirlos, acercarlos o juntarlos lo más que podamos. Se nos está instruyendo, simple y sencillamente, que evitemos que el pleito se detenga.
Igual desajuste semántico ocurre con el uso de los adjetivos ´desinquieto´ (a) y ´descalentado´ (a) en oraciones del tipo: a) "Tu niño, por desinquieto, se fracturó una pierna...", b) "¡Diablo!, qué descalentada está esa muchacha, por eso sólo vive pensando en hombres"
De acuerdo al valor semántico del prefijo "des", desinquieto significa ´no inquieto o tranquilo´; y descalentada, ´no calentada´ o fría. De lo que se deduce o infiere que a un niño desinquieto, por quieto, difícilmente le ocurra un accidente, en tanto que una mujer descalentada, por fría, frígida o carecer de calor, deseo o goce sexual, probablemente nunca piense en hombres.

Domingo Caba Ramos