¿Por qué crecemos lento?
La ralentización del crecimiento de 2025 ocurre en presencia de factores externos favorables debido a una política de demanda inducida o predominio social
Esta vez, no podemos culpar a los factores externos. Aunque la incertidumbre por los aranceles tuvo impacto, son factores domésticos, y un gasto público con predominio social, los que lucen ser los mayores determinantes de la actual ralentización.
La trayectoria del PIB muestra altibajos. Luego de una saludable recuperación postpandemia, crecimos 5.2 % en 2022 para decaer en 2023 a solo 2.2 % debido a caídas en construcción y manufactura. Esto también pudiera deberse a las diez alzas de la Tasa de Política Monetaria realizadas desde diciembre de 2021 que sumaron quinientos puntos porcentuales a la TPM para controlar la inflación y que cortaron a la mitad el crecimiento del crédito privado.
Estas alzas fueron cónsonas con la tendencia de EE. UU. ante la reactivación económica. Pero a diferencia de R.D., su crecimiento aumentó en 2023, rompiendo el patrón de asociación tradicional entre ambas economías.
Durante 2024 la economía estadounidense se mantuvo estable, mientras la dominicana repuntó un 5.0 %. Para 2025, los nuevos aranceles detuvieron temporalmente muchas inversiones y llevaron al engrosamiento de inventarios. Así, para agosto las importaciones y exportaciones de EE.UU. aumentaron, dando señales de que el comercio internacional no se detiene.
En el caso de R.D., en 2025 se repite un decaimiento similar al 2023, alcanzando solo 2.2 % a septiembre y previéndose un resultado de 2.5 %, máximo, para este año. Esto concurre con un petróleo bajo a USD 66.4 por barril, un precio históricamente alto del oro, un aumento de 11 % en las remesas a septiembre y un aumento en las llegadas de turistas de 3 %, impulsado mayormente por dominicanos.
Aunque han decaído las exportaciones de zonas francas, las nacionales han aumentado USD 600 millones, mientras las importaciones solo han aumentado USD 190 millones, mejorando nuestra balanza comercial. También aumentó la entrada de capitales externos en USD 600 millones a septiembre. Súmele a esto nuevos endeudamientos netos por USD 3,300 millones. Estos factores favorables rinden como curiosa la devaluación que rozó el 7 % en abril, repuntando en octubre luego de un breve episodio de reevaluación propiciada.
Puede, entonces, que la clave esté en los datos internos. Aunque la TPM se rebajó 175 p.p. desde el último trimestre de 2024 y el BCRD ha liberado RD$150 mil millones para préstamos en condiciones favorables, no se ha logrado detener el deslizamiento del IMAE debido a caídas en construcción, industrias y servicios profesionales. El crédito se mantiene creciendo a un dígito, dado que la tasa activa se resiste a traspasar la reducción de la TPM.
Por otro lado, los agentes económicos mantienen los ojos puestos en el alza sostenida de la partida de intereses que creció 40 % en dos años (2022-2024), las prestaciones sociales que crecieron 30 %, un subsidio eléctrico que creció 27 % y una nómina que creció 22 %. Cualquiera de estas partidas explicaría por sí solo el déficit fiscal que impide la realización de inversiones de capital con el consecuente deterioro de los servicios eléctricos, de transporte, y otros.
La política descrita, que podría llamarse de demanda inducida o de predominio social, ya que el gasto social equivale a un cuarto del gasto total, prioriza el gasto corriente - el cual financia hasta con fondos internacionales. Esta estrategia solo es productiva si promueve la oferta sin afectar el equilibrio fiscal.
Ya en la década de los ochenta, se intentó esta estrategia y fracasó con efectos inflacionarios importantes. Nuevamente, rinde frutos decepcionantes. Las preocupaciones por el equilibrio interno pesan incluso ante condiciones externas favorables. Conviene modificar esta estrategia cuanto antes. Pero no con una reforma fiscal orientada a continuar los subsidios a la demanda, por lo que la revisión del gasto público será siempre el primer paso.

Ellen Pérez Ducy