Ni los cables del Metro se salvan
La capacidad de robo no tiene parangón
En la República Dominicana el ingenio para robar no tiene límites... ni rubros. Ya no es solo el cableado de los postes del tendido eléctrico o las tapas de alcantarillas, ahora también asaltan las obras en construcción.
El último episodio roza el surrealismo: delincuentes —incluyendo empleados de seguridad, que uno supone contratados precisamente para evitar estos robos—, desmantelaron parte de la instalación eléctrica de la extensión de la línea 2 del Metro de Santo Domingo.
Desactivaron los breakers para apagar las cámaras y, como quien carga con un saco de plátanos, subieron a un camión dos rollos gigantes de cables eléctricos, valorados en 300 mil euros.
¿El destino? Nada de discreción local: directo a China, en plan exportador. Eso sí, el operativo policial, que parece haber sido más efectivo que la vigilancia privada, recuperó el cargamento justo a tiempo, cuando ya estaba listo para embarcar.
Debemos admitirlo: aquí hay talento logístico. Falta ver si algún día lo usamos para actividades legales. Por lo pronto, queda demostrado que en el país ni siquiera un proyecto estatal en plena obra se libra del apetito metálico de los amigos de lo ajeno.