La negligencia tiene raíces viejísimas
Ellen Hulett y la burocracia letal del Estado
La muerte de Ellen Frances Hulett bajo custodia estatal no puede desvincularse de la negligencia institucional, pero tampoco debe simplificarse como una falla aislada de la Dirección General de Migración. El drama pone en evidencia un mal más profundo: el arrastre de un sistema envejecido, con protocolos ineficaces, limitaciones tecnológicas y una burocracia que opera con lentitud incluso en situaciones críticas.
Esa obsolescencia no es nueva. Viene de viejo. Hace años que el Estado intenta modernizar sus estructuras migratorias, y lo ha hecho con avances puntuales, pero el esfuerzo tropieza una y otra vez con la falta de recursos. No basta la voluntad política si el andamiaje institucional está parchado y los fondos no alcanzan para lo esencial: identificación ágil, tecnología de punta, personal capacitado.
Migración ha sido objeto de críticas severas, muchas justificadas. Pero también hay que reconocer que opera en un contexto adverso, como lo hacen otras instituciones que sobreviven entre la presión pública y las limitaciones presupuestarias.
Ellen murió en medio de esa trampa: una mezcla de desidia, lentitud y un Estado que quiere cambiar pero no siempre puede. Lo urgente es asumir responsabilidades, pero lo importante es corregir el sistema. Porque si no se cambia lo estructural, habrá más Ellens.