El otro precio de los apagones
La contaminación de las plantas golpea
Con los apagones siempre hacemos lo mismo, contamos lo de anoche, la molestia en la casa, el aire apagado, la nevera descongelada. Nos quedamos en la anécdota y dejamos de lado lo esencial. El problema eléctrico no se resuelve con paciencia ni con quejas al vecino.
La gran gracia dominicana ha sido llenar el país de generadores. Cada empresa tiene uno, cada edificio coloca el suyo y quien puede se compra una planta para el patio. Se importan como si fueran pan caliente, con dólares que se van y con humo que se queda. Nadie mide lo que cuestan, ni la contaminación que añaden a ciudades que ya bastante tienen con el caos del tránsito.
El sector eléctrico sigue siendo un barril sin fondo. Subsidios que no se acaban, pérdidas que nadie detiene y contratos de emergencia que salen más caros que el propio apagón. El ciudadano se defiende con su planta, pero el precio lo pagamos todos en combustible, en divisas y en salud.
Lo triste es que nadie hace la cuenta completa. Y la cuenta es dura. Lo que gastamos en plantas y gasoil daría para arreglar el sistema más de una vez. Mientras tanto, seguimos en la rutina del apagón y el motor encendido.