El tránsito, los giros y los motoristas
El caos del tránsito en Santo Domingo ha superado la etapa de las soluciones improvisadas
El problema del tránsito en Santo Domingo ha crecido tanto que ya no admite soluciones improvisadas ni parches circunstanciales. Cada intento de ordenar la ciudad tropieza con la realidad de una movilidad caótica, donde peatones, vehículos privados, transporte público y, sobre todo, motoristas compiten sin reglas claras ni respeto a las que existen.
No siempre las medidas funcionan de primera intención. El caso del giro a la izquierda en la avenida Núñez de Cáceres con John F. Kennedy lo demuestra. Se intentó como solución y debió ser cancelado casi en secreto, ante la imposibilidad de hacerlo viable. Fue un ensayo fallido, uno más en la larga lista de intentos por aliviar el tránsito capitalino.
Pero no todas las correcciones requieren de grandes inversiones ni de experimentos urbanos. Hay una acción que sí funcionaría, y no de manera silenciosa sino contundente: obligar a los motoristas a respetar los semáforos. El caos cotidiano que provocan cruces en rojo, zigzagueos y carreras sin control es tan evidente que cualquier ciudadano lo reconoce como una de las principales causas de accidentes y embotellamientos.
No se trata de anunciarlo con bombos y platillos. Basta con ejecutarlo, con la firmeza y la constancia que requiere la aplicación de la ley.