Sinceridad que desnuda la política
El accionar de Zorrilla Ozuna no sorprende
Este es el verdadero rostro del clientelismo: sin pudor, sin disfraz, apenas barnizado con la palabra "prudencia". Jorge Zorrilla Ozuna, director de Desarrollo Fronterizo, confiesa sin rubor lo que durante décadas ha sido práctica común en la política dominicana: usar el Estado como botín, repartir cargos como recompensa partidaria y confundir lo público con lo propio. Desde ahora no, desde la época de Concho Primo.
Su sinceridad —porque hay que admitir que la tiene— no lo absuelve; al contrario, desnuda el círculo vicioso de una cultura política que se alimenta del empleo público como moneda de lealtad. "Vamos a actuar con tacto y prudencia", dijo, para luego anunciar desvinculaciones de perremeístas y nombramientos de miembros del Partido Cívico Renovador. Es decir, con suavidad, pero con el mismo método de siempre.
No hay institucionalidad que prospere mientras cada cambio de gobierno se traduzca en una rotación de clientelas. Lo que Zorrilla Ozuna llama "tradición" no es más que el hábito de desmantelar la administración pública en nombre de la política. Y mientras esa costumbre siga siendo admitida —o celebrada—, la frontera entre Estado y partido seguirá siendo la más difusa del país.